La sugestología está íntimamente ligada a la imagen de marca. Pero ¿alguna vez te has parado a pensar en cómo se genera? No me digas que eres de los que piensa que de eso se encarga el diseñador gráfico…
Sí que es cierto que cuando quieres crear la imagen de marca lo primero que piensas es en ir a hablar con un diseñador gráfico o tú mismo empiezas a hacer bocetos de lo que quieres en tu logo: la tipografía, el eslogan, los colores, las formas, etc. Tal vez crees membretes para incluirlos en tus sobres y cartas corporativas, sellos o lo que se te pueda ocurrir. Eso está muy bien, pero quiero que tengas presente que la imagen de marca no se queda ahí.
Hay un millón de cosas que no están al alcance del diseñador gráfico y que también influyen en cómo se percibe la imagen de marca. Y me refiero a detalles como, por ejemplo, el tono que usas en tus publicaciones, el tipo de palabras que decides utilizar en los correos electrónicos, la firma, el tipo de atención telefónica, el tono con el que hablas habitualmente, cómo vistes (tanto tú como las personas que representan tu empresa), los tiempos de espera… detalles…
Bien, pues todos estos “detalles”, por llamarles de alguna manera, forman parte de la sugestología de tu empresa. Esta palabra hace referencia a las conexiones neuronales que se llevan a cabo cada vez que recibimos un estímulo y éstos determinan cuál va a ser el posicionamiento de tu marca.
El posicionamiento, por si no lo sabes, es el lugar que ocupa una marca en el ranking mental de cada uno de nosotros. Para que te hagas una idea, un niño de 8 años promedio no tiene el mismo posicionamiento de McDonald’s que una persona adulta que se preocupa por su alimentación o un vegano o una persona que se pirra por la comida rápida, ¿verdad? Sin embargo, esta empresa lleva a cabo las mismas acciones de marketing y el mensaje que transmite es el mismo para todos.
Bien, pues si volvemos al mundo que tenemos a nuestro alrededor (teniendo en cuenta que no eres el propietario de McDonald’s), vemos que empresas de tu entorno no tienen el mismo posicionamiento entre las personas que conoces. No importa a qué se dediquen, ni tampoco las acciones que lleven a cabo. Todas, de un modo u otro, posicionan de forma positiva o negativa en nuestro ranking mental. Pero ya no es por el dinero que se gastan en marketing, en community management, en diseño gráfico, etc. Sino en todos esos “detalles” que, en definitiva, determinan cómo es la empresa. He aquí los resultados de la sugestología que están utilizando ahora mismo.
Todo: la disposición de las cosas que tienes en tu oficina, el uniforme que utilizan las personas que trabajan contigo, si recibes al cliente con una sonrisa aunque no te esté viendo (pero que igualmente se nota), si callas o tienes una respuesta a su pregunta, la manera en que tratas con las personas (tanto las de dentro como las de fuera del núcleo corporativo), si eres puntual, si cumples con los plazos, si eres más de poner excusas o de enfrentar de cara las cosas que no han salido bien,…
Repito: todo, absolutamente todo, forma parte de tu imagen de marca y por ello deberás prestar atención a todos esos detalles para enfocarlos a lo que realmente quieres transmitir. Así que mi consejo es que no ignores los comentarios que puedas oír y que te puedan ayudar a mejorarlos. Porque tu punto de vista está muy bien, pero el que es realmente importante es el de la personas que están posicionando tu empresa, así como el impacto que éste provoca en ellas.
¿Percibes cierto ambiente tóxico en tu empresa? ¿Estás preocupado porque notas que las cosas no van bien? ¿Crees que hay alguien en la empresa que se dedica a ponerte palos en las ruedas y que absolutamente todas las cosas sean tremendamente difíciles de conseguir? ¿Tienes la sensación de que las personas que trabajan contigo conspiran en secreto contra ti?
¡Menudo marrón! Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas, quédate hoy conmigo porque vamos a abordar un tema un poco peliagudo. Hoy vamos a volver a tocar el tema del ambiente tóxico. Ya lo habíamos abordado antes, pero en vistas de algunas dudas que me habéis hecho llegar, creo que ha llegado el momento de hablar en plata. Te aviso que lo de hoy va a ser duro, pero si estás aquí, supongo que ya estás acostumbrado.
Un kamikaze, al menos aquí en España, es una persona que conduce en contra dirección y expone su vida y la del resto de personas que estén transitando la vía en ese momento. Algunos de ellos lo hacen de manera consciente. Otros por accidente, porque simplemente se han equivocado. Pero también existen aquellos que no se han dado cuenta del error y creen que el resto del mundo está intentando boicotearles.
Ya ves que es cuestión de perspectiva y esto se podría aplicar a cualquier ámbito.
Cómo saber si el kamikaze eres tú
En el caso de la carretera parece más evidente, porque si todo el mundo va “en contra dirección” menos tú, tendría que darte pie a pensar que tal vez seas tú el que no lo está haciendo bien.
En las relaciones con personas, la cosa se complica. Pero, oye, tampoco tanto. Piensa en las relaciones de pareja, por ejemplo: si has pasado por varias y ves que todas te dejan, que no eres tú quién decide acabar con la relación, tal vez sea lícito empezar a pensar que algo no está bien contigo, que algo falla cuando quieres entablar una relación seria. Podría darse el caso, claro, pero dudo mucho que tantas personas maravillosas, aquellas que tú mismo elegiste en su día, hayan decidido dejarte porque no estaban a la altura.
En la empresa podríamos usar el mismo símil. Si contratas a personas con mucho potencial, pero antes o después acaban yéndose, deberías hacer la reflexión de si el motivo de su marcha eres tú.
Lo sé, no es fácil hacer una autocrítica así, pero es necesario que te lo plantees como una posibilidad porque si lo haces, serás capaz de tomar acción para evitar que siga sucediendo.
“Vale, soy el kamikaze. ¿Y ahora qué?”
Como se suele decir, el primer paso es admitirlo. Y te aseguro que es el más importante. ¿El siguiente? Tomar acción para erradicar ese ambiente tóxico.
Lo cierto es que no es necesario que desaparezcas del panorama corporativo para procurar que las cosas se suavicen. De hecho, no creo ni que sea una buena solución en absoluto. Lo primero que debes hacer es analizar cuáles son tus prioridades. Cuáles son los valores de la empresa. Cuál es la misión y la visión, el motivo y el objetivo por el que creaste este proyecto. Aunque lo tengas claro, escribe todo esto en un papel. Recuérdate a ti mismo por qué estás ahí cada día, qué es lo que te mueve. Ponte ese documento en un lugar que puedas verlo.
Ese orden de prioridades es tuyo y no pienso juzgarlo, pero tienes que tener en cuenta que si las personas que están a tu lado no lo comparten; si no defienden los mismos valores que tú, si no entienden cuál es la misión y visión de la empresa, muy probablemente no te vean como un buen líder, no comprendan su papel en todo el entramado y acaben por irse. De hecho, te aconsejo que cuando vayas a hacer una nueva contratación tengas en cuenta las claves que te facilito en este artículo, porque te van a ahorrar muchos disgustos en este sentido.
En el momento en que te rodees de las personas que entiendan todo eso, que le vean un sentido a las cosas que haces y en cómo lo haces, en el por qué de lo que sucede dentro de la empresa; empezarás a ver cómo esa sensación amarga del ambiente tóxico se disipa.
¿Magia? ¡En absoluto! Ya te he dicho que no voy a entrar a juzgar tu orden de prioridades porque en realidad no importa. Sea cual sea, siempre encontrarás gente que las comparta parcial o completamente y éstas son las personas que deberás tener a tu lado para tirar adelante con el proyecto.
El kamikaze del ambiente tóxico
Es complicado admitir que el problema que tantos dolores de cabeza te ha dado lo estás provocando tú mismo. Es un golpe bajo, lo sé. Pero, de verdad, párate a pensar si eres un kamikaze inconsciente o no. Si es así, toma conciencia y redirige tu rumbo. No puede ser normal que tanta gente esté equivocada, ¿no crees? Al fin y al cabo, nadie nace enseñado y tenemos que ser lo suficientemente humildes como para aceptar que podemos errar y que, de hecho, lo hacemos constantemente.
Venga, va, ya no te aprieto más las tuercas y, por hoy, lo vamos a dejar aquí. Pero quiero que sepas que eres un valiente y que me siento profundamente orgullosa de ti, porque dice mucho del tipo de persona que eres el hecho de haber llegado hasta el final.
De verdad: Piensa en grande. No importa que seas el líder de una empresa que no tenga más de 20 trabajadores. Pero que seas una PYME no debería ser sinónimo de pensar en pequeño. De hecho, es importante pensar en grande para poder crecer. Por ello, es fundamental que tengas referentes de gran calibre como Google, Facebook, Amazon o cualquier otra gran empresa de tu sector. Porque si lo que hacen les funciona, ¿por qué no hacerlo tú?
Pero antes de empezar a pensar en grande (como debe ser), me gustaría hacerte un planteamiento. Piensa en cuál es la gran empresa que tienes como referente. Ahora piensa en tu empresa tal y cómo es hoy. ¿Se parecen en algo? No te preocupes. Es normal que en estos momentos haya una diferencia tremenda. Pero qué te parece si echamos la vista atrás y te pregunto: ¿crees que en el último año tu empresa ha cambiado en algo para parecerse a ese referente? ¿Y si miras tres años atrás? ¿Y cinco?
No conozco tu caso en concreto, pero muy probablemente la cosa no haya cambiado mucho, y estoy segura de cuáles serán las excusas que te puedan venir a la cabeza: “no tengo tiempo de fijarme en esas cosas”, “tengo cosas más importantes que hacer”, “no tengo recursos para hacer lo que hace mi referente”, bla bla bla… Toda esa palabrería no son más que excusas y hoy quiero darte las herramientas básicas que necesitas para pasar de pensar en grande a empezar a tomar la acción necesaria para serlo.
Cuando pensamos en las grandes corporaciones como referentes nos pueden parecer hitos inalcanzables porque facturan millones, tienen sucursales por todo el mundo, son grandes franquicias o lo que se te pase por la cabeza. Pero hay algo que todas ellas tienen en común y que además comparten contigo: antes de ser lo que son, fueron una idea en la cabeza de alguien.
No olvides que todos los caminos se empiezan con el primer paso y por mucho que ahora veas un gran gigante, en su momento también fue un bebé. Elige la compañía que quieras. Del sector que más te interese. No importa. Todas empezaron de cero y fueron probando cosas, equivocándose, aprendiendo de sus errores y evolucionando.
El emprendedor
¿Sabes quién era Steve Jobs? Exacto, fue el fundador de Apple. Jobs revolucionó el mundo con su iPod, pero hasta llegar ahí pasaron muchas cosas. ¿Sabías que cuando empezó lo hizo en un garaje junto a un amigo y con un presupuesto ridículo? ¿Sabías que ni siquiera terminó sus estudios? Piénsalo bien: un joven que no tiene estudios ni dinero y que se mete en una inversión que no sabe dónde le va a llevar. Ahora lo vemos muy fácil porque sabemos el resultado, pero si tu hijo, tu primo o un amigo cercano te dijera que va a hacer esto, en algún punto de tu cabeza pensarías “está loco”.
Alguien me dijo una vez que los emprendedores tenemos que tener un punto de locura para atrevernos a hacer cosas que los demás no osan. Y no podría estar más de acuerdo, la verdad. Tenemos que arriesgar un poco porque si esperamos a que llegue el momento perfecto, nos pasaremos la vida esperando. ¿O es que no sabes que la perfección no existe? Pues, de igual modo, ese momento tampoco llegará. Siempre habrá algo que lo enturbie, que nos permita pensar en una opción para seguir esperando y así hasta que ya sea demasiado tarde. Entonces, nos arrepentiremos de no haber dado el paso. Pero las lamentaciones no nos ayudarán a avanzar.
Por ejemplo, ¿sabías que la idea de red social que más tarde se transformó en Facebook no salió de la cabeza de Mark Zuckerberg? Pues no, la idea no fue suya, pero a diferencia de la persona que la tuvo, él decidió arriesgar, tomar acción y le salió bien. Ahora es uno de los hombres más ricos del planeta y es mundialmente conocido por Facebook porque aunque no fue su idea sí fue su obra.
Cuando pases del plano mental al plano físico habrás dado el paso más importante: el primero.
El empresario
Cuando emprendes, como bien sabes, existen mil y una cosas para las que nadie te prepara: impuestos, facturación, venta, marketing, gestión de redes, contratación, colaboraciones, negociaciones, agenda, planificación, objetivos y mucho más. Esto de trabajar para ti es mucho más que saber un oficio y empezar a ejercerlo libremente. Lo cierto es que detrás de esa fachada que todos podemos ver hay un montón de cosas más que nos atan al trabajo a un nivel que, tal vez, no hayamos llegado a entender antes de empezar a andar por este camino.
No te asustes. Si eres autónomo eres tu propio jefe y deberías tener potestad para decidir hasta dónde quieres llegar. El problema es que muchos se convierten en esclavos de sí mismos y crean empresas que no funcionan si ellos no están ahí. Mantén el foco. Recuerda que ya no eres un trabajador raso, eres el que toma las decisiones en tu empresa. Y tendrías que destinar tu energía a gestionar esa máquina corporativa que has creado y, sobre todo, a hacerla evolucionar y crecer.
“Si no atiendo a mis clientes, ¿cómo quieres que facture?”
Está claro que sin ventas no vas a recibir el dinero que necesitas para mantener a flote tu empresa. Pero si te centras exclusivamente en hacer la parte ejecutora, entrarás en un bucle del que te costará mucho salir. Tu vida se reducirá a tu trabajo y el resto de los factores pasará a un segundo e incluso tercer plano. Así que la solución está en delegar.
Delegar
Todas aquellas tareas que pueda hacer otra persona por ti, ves delegándolas. De hecho, si realmente piensas en grande, deberías considerar delegarlas todas y disfrutar más de tu tiempo. Eso sería la leche, ¿no crees?
No, en serio. Retoma el tema de tu referente corporativo. ¿Cómo te imaginas que vive su director general o su fundador? Ahora piensa en cómo vives tú – siempre en relación a la empresa, eh. – Pues si ese es tu referente y tu situación actual no se le parece, deberías pensar en qué debes hacer para empezar a cambiarla. Porque, en definitiva, lo que tú quieres es encontrarte en una situación como la de esa persona, ¿no? Pues algo falla.
No quieras hacerlo todo hoy. No quieras empezar mañana con un plan de rutinas totalmente nuevo. Eso sería un error. Ves implementando pequeños cambios y comprobando que realmente son adecuados para el punto en el que te encuentras. De esta manera, poco a poco, harás cambios que irán transformando tu empresa en esa que quieres que sea en el futuro.
Pero no todo son malas noticias. De hecho, estoy convencida de que hay tareas que ya has empezado a delegar. O bien porque no tienes tiempo para hacerlas, o bien porque directamente no sabes hacerlas. Podríamos referirnos al tema contable, al tema de administración web, diseño gráfico, gestión de redes sociales, imagen de marca… “Sí, pero eso son cosas puntuales, no del día a día”. Cierto, pero delegarlas te ha permitido despreocuparte y centrarte más en aquello que te interesaba, ¿o no? Pues, volviendo al tema de mantener a flote la empresa, tal vez deberías pensar en qué puedes ir delegando y probar a ver qué pasa. Y recuerda: si esperas al momento perfecto, te pasarás la vida esperando.
Pensar a largo plazo
Si todavía estás en una etapa ejecutora, en la que tú lo haces prácticamente todo, te habrás dado cuenta de que las 24 horas del día no son suficientes. Y es que la dirección de una empresa puede llegar a ser algo muy complejo. Cuando tienes trabajo y no tienes a nadie que te ayude a hacerlo, es muy fácil pensar a corto plazo. ¿Qué digo a corto plazo? A plazo inmediato. De ahora para ya. Te pasas el día apagando fuegos, salvando vidas. Y al día siguiente más de lo mismo. ¿Te suena?
Esta es la consecuencia más habitual de los empresarios que no tienen en cuenta una planificación a medio o largo plazo. ¿Quieres tener una empresa tan rentable como la de Jeff Bezos? Pues deja de hacer cosas que no te acercan a ese objetivo y centra tu energía en planificar cambios y acciones que te permitan avanzar. Aunque sea despacito, pero sin dejar de hacerlo.
Recuerda: piensa en grande. Si sabes dónde quieres llegar, es cuestión de que determines qué hitos debes alcanzar para llegar allí. Qué debes hacer. Cómo. Qué cambios deberías implementar. Y con toda esta lista de tareas, pasar a la acción. Es más, de manera periódica, deberías revisar que sigues avanzando. Que no estás estancado. Que no has vuelto a tu rutina anterior. Tener el foco puesto en un objetivo que no sea de ejecución inmediata, te ayudará a dejar de apagar fuegos que no te llevan a ninguna parte (aparte de lo que ya conoces) y que poco a poco te acercarán a la empresa que quieres y que todavía no tienes.
Piensa en grande y vive a cuerpo de rey
Piensa en grande te podrás permitir salir del bucle que te esclaviza. Te permitirá facturar más, tener más tiempo y, en definitiva, disfrutar más de aquello que tú prefieras. ¿Un sueño hecho realidad? Tal vez… Depende de lo que sueñes. Pero una cosa quiero decirte, y es que el hecho de que delegues (incluso aunque lo delegues todo), no implica que no hagas nada. Antes de llegar a ese punto, te va a tocar trabajar mucho, poner a funcionar esa materia gris que tienes en el coco, equivocarte muchas veces y sobreponerte a cada una de ellas para probar una cosa distinta. Pensar en grande es maravilloso. Puedes conseguir lo que te propongas. De verdad. Pero tienes que estar dispuesto a recorrer el camino. Así que dime: ¿lo estás?
El endomarketing es una forma de hacer marketing que realmente no supone un desembolso muy importante. Si esto te llama la atención, en este vídeo de aquí te lo explico más a fondo. Porque… me imagino que cuando oyes la palabra marketing se te activa la antena y te pones más receptivo, ¿verdad?
A ver, no me voy a andar con rodeos ni misterios. ¿Cuáles son los beneficios de una campaña de marketing al uso? Pues que consigues más visibilidad, más posicionamiento, que incentivas el contacto con el cliente potencial. ¿Sigo? Pues cuando hablamos de endomarketing consigues los mismos beneficios, pero sin gastarte un pastizal.
El endomarketing se trabaja a nivel interno. No se trata de publicar anuncios en redes sociales, en medios de comunicación ni de hacer buzoneo. Se trata de promover el buen nombre de la empresa entre las personas que la componen. Y que sean ellas quienes hagan la publicidad por ti.
Dime, cuando ves una película o serie que te gusta mucho ¿no la recomiendas? Y ¿por qué lo haces? ¿Acaso te llevas una comisión por cada persona que la mira recomendada por ti? Pues no estaría mal, pero no es así. Es algo que hacemos altruistamente. Nace de nosotros. Y lo hacemos porque hemos disfrutado consumiendo ese producto y nos gustaría que las personas a las que apreciamos pasen por una experiencia tan buena como la nuestra. ¿Te suena la situación? Pues gracias a esas recomendaciones existen empresas que ganan dinero. Así que ¿por qué no podría ser la tuya una de ellas?
Crear embajadores
Un embajador es una persona que representa a una entidad, ¿no? Pues uno de tus objetivos debería ser crear embajadores de tu empresa. Y, sin lugar a dudas, los mejores, los más creíbles y los más efectivos son los que están en contacto directo con ella, ya sea porque trabajan en ella o porque colaboran con ella.
Cuando buscas la recomendación de un cliente, ¿qué haces? Pues básicamente buscas que éste viva la mejor experiencia de consumo que le puedas proporcionar, ¿no? Pues cuando quieras crear embajadores también debes buscar la mejor experiencia de trabajo que puedas proporcionar.
No te creas que es algo realmente complicado, pero sí que debes hacer un pequeño esfuerzo al que seguro que no estás habituado: tienes que valorar al empleado o colaborador como si fuese un cliente más. Eso implica que tienes que hacer todo lo esté en tu mano para que su estancia en la empresa sea lo más agradable posible, conseguir que venga contento al su puesto de trabajo, saber cuáles son sus aspiraciones y mirar de darle soluciones para motivarle, darle opciones de crecimiento dentro de la propia empresa, que se sienta valorado y que no se canse de dar lo mejor de sí. Así, en frío, parece un poco utópico, lo sé, pero te aseguro que es cuestión de ponerse a ello.
Poner el endomarketing en marcha
Si consigues generar ese efecto en uno de ellos, verás cuáles son las consecuencias de contar con un embajador interno. Serás testigo en primera persona del poder de atracción que tiene el endomarketing. Porque verás cómo esa persona que va en sintonía con todo lo que representa tu compañía hablará de lo a gusto que trabaja, de lo bien tratada que se siente, de lo motivada que va su puesto cada día… Al igual que cuando ves una peli que te ha encantado, esta persona no podrá reprimir sus ganas de hablar bien del lugar en el que trabaja.
Entonces, la idea es conseguir que el máximo de personas entren en sintonía con la empresa para que empiecen a recomendarla proactivamente. Sin que tú tengas que pedírselo.
Los beneficios del endomarketing
Lo más mágico del endomarketing es que su efecto no se desvanece cuando acaba la campaña de marketing, sino que perdura en el tiempo. Porque, si lo haces bien, el endomarketing acabará formando parte de tu cultura de empresa y será perpetuo. Será parte de tu marca corporativa y siempre seguirá sumando e incluso multiplicando sus resultados.
Esta imagen de marca que se creará será muy atractiva para las personas que todavía no forman parte de tu empresa y, por lo tanto, atraerás el talento sin tener que ir a buscarlo. Sabes lo complicado que es reclutar personas válidas. Imagínate tener una base de datos de personas totalmente cualificadas y con ganas reales de formar parte de tu proyecto corporativo. Es que no tendrás ni la necesidad de hacer público un proceso de selección para cubrir una vacante. ¿Te lo imaginas?
Y por último, creo que no es necesario, pero lo voy a decir igualmente: contarás con personas en tu equipo contentas y motivadas. ¿Sabes lo que eso significa? Pues básicamente que producirán mucho más que las que no lo están. Una vez implementes el endomarketing será cuestión de mantenerlo aunque no es algo estático, por lo que deberás estar atento a los cambios que éste requiera. Pero como eres un neolíder totalmente válido, estoy segura de que esto no es un problema para ti.
Las dotes del buen líder están compuestas por ciertas habilidades que muchas personas tienen dentro de sí de forma innata. Sin embargo, existe la posibilidad de aprenderlas, si no cuentas con ellas. Así que, dicho esto, podríamos afirmar que si no eres un buen líder es simplemente porque no quieres.
Hoy vamos a hablar de esas 5 características que debe tener un buen líder y estoy segura de que te vas a quedar hasta el final porque éste es un tema que te interesa y que te toca la fibra sensible. Así que, dime, ¿estás listo para el contenido de hoy? ¡Pues empecemos!
1. Tu coeficiente
Es necesario que desarrolles constantemente tanto tu inteligencia como tus dotes personales. Me refiero tanto a tu coeficiente intelectual como al emocional. No dejes nunca de formarte, de mantener una mente abierta y de entender que no lo sabes todo. Al mismo tiempo debes ser capaz de desarrollar tu inteligencia emocional y a través de ella reforzar los lazos que te unen a las personas de tu entorno. Ya sea en el ámbito laboral o extralaboral. Si quieres un poco más de información sobre este tema, te recomiendo que le eches un vistazo a este artículo.
2. Comunicación
Recuerda que la comunicación, para que sea fructífera debe ser bidireccional. ¿Y eso qué implica? Pues que cuando seas tú quién comunique deberás utilizar la asertividad y cuando te toque escuchar que lo hagas activamente. De esta manera, por un lado, fomentarás el respeto como base de las conversaciones y, por el otro, obtendrás toda la información que necesites para valorar la situación sin prejuicios ni ideas preconcebidas. Es decir, serás más objetivo y te dará un poder de decisión menos influenciado por un calentón, por ejemplo.
3. Estrategia
No olvides que estamos hablando de un liderazgo corporativo y por lo tanto, cuando llevas a cabo una acción no debe de ser al uso, sino que debe seguir una estrategia concreta. Todo ello para alcanzar una meta u objetivo en particular. Puede ser cualquiera: mejorar el ambiente de trabajo, potenciar la motivación, depurar malos hábitos, gestionar un cambio o simplemente aumentar la facturación mensual. El objetivo es indiferente, porque lo realmente importante es que tú como buen líder no olvides que debes seguir una estrategia para alcanzarlo y teniéndola en mente actuar en consecuencia.
4. Confianza
Como te he dicho en varias ocasiones, lo ideal es que tú seas el ejemplo que los demás sigan. Si siempre tomas la iniciativa, si no te da miedo mancharte las manos y meterlas en harina, el resto no dudará en hacer lo mismo. Así también te ganas su confianza y, lo más importante: su respeto. Por supuesto, también debes seguir una coherencia entre lo que dices y lo que haces porque de lo contrario crearías desconfianza y obtendrías el efecto contrario. Si realmente crees en lo que haces, no hará falta que pienses en ello porque te saldrá sólo. El problema aflorará cuando realmente lleves a cabo tareas en las cuales no crees porque, tarde o temprano, enviarás mensajes de manera inconsciente que confundirán a la gente que te tiene de referente.
5. Compromiso
De nuevo, si quieres a gente comprometida a tu alrededor, debes ser el primero en mostrar ese compromiso. Piensa que a través de esta pasión estarás inspirando y motivando a tus seguidores y eso es algo que no puedes forzar, porque sino no estaríamos hablando de un buen líder, sino de un simple jefe. A través de tu compromiso serás capaz de entusiasmar al resto para aportar lo mejor de sí mismos al proyecto empresarial. ¿No te lo crees? Pues te reto a que lo pongas en práctica y me cuentes.
¿El líder nace o se hace?
Está claro que hay personas que ya nacen con alguna o todas estas características y simplemente las usan sin entender el poder que pueden ejercer sobre el resto de personas. Las hay que las tienen y además las usan. Y, por último, están las personas que no las tienen. Pero eso no implica que no las puedan aprender. Si estás dentro de este último colectivo, te aseguro que puedes aprenderlas siempre que éste sea tu deseo. Pero vas a tener que dedicarle tiempo, esfuerzo y mucha paciencia. Parece que te lo estoy pintando muy mal, pero el que algo quiere algo le cuesta y yo no estoy aquí para regalarte los oídos sino para decirte las cosas como son.
Si no sabes muy bien cuál es la diferencia entre un líder o un jefe o si dudas de cuál es tu situación actual, te recomiendo que le eches un vistazo a este artículo. En él te propongo hacer un test. ¿Te atreves a ser sincero y afrontar el resultado que te depare el test? Estoy deseando leerte tus comentarios.
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