¿Sabes lo que es el miedo a emprender? Seguro que alguna vez te has visto en una situación en la que te encontrabas de frente con un problema que no podías solucionar por ti mismo. Si acto seguido pensaste que si alguien se dedicase a solucionarlo, ganaría mucho dinero. ¡Bingo! Tu mente está en modo emprendedor. Porque, dime, ¿acaso esa persona no podrías ser tú?
Recuerdo que cuando llevaba el carrito de bebé y se ponía a llover pensaba “aquí falta algo, porque si sujeto el carro no puedo aguantar un paraguas” ¿Resultado? Me tocaba correr, buscar refugio y, sin duda, mojarme. Pensé que la solución podía ser muy sencilla porque se podría acoplar un paraguas al manillar del carrito y listos. La idea no distaba mucho de lo que sería la sombrilla del bebé, pero, en este caso, para proteger a la persona que empujaba el carro. Además, como me pasó en más de una ocasión, fue una idea que se me ocurrió varias veces. Y lo cierto es que le di muchas vueltas, porque también es verdad que era algo relativamente sencillo de hacer. De hecho, me sorprendía que ningún fabricante de carritos hubiese llegado a la misma conclusión que yo…
Y ¿sabes qué hice al final? NADA. Pero te digo más aún ¿sabes cuál fue el resultado de mi decisión? Pues que yo seguí con mi vida tal cual la tenía organizada en ese momento y al cabo de unos años (cuando yo ya no necesitaba el carro de bebé) me sorprendió ver que alguien ya había implementado ese paraguas “sin manos”. Simplemente, un día lluvioso vi a alguien usando el invento que tantas veces me había imaginado.
Perdí una gran oportunidad de generar un negocio y todo por mi miedo a emprender. Porque, es cierto que a toro pasado todo se ve muy fácil, sin duda, pero también lo es que ahora cuento con más información que en el pasado y que mis decisiones hoy seguramente serían muy distintas. Pero no estoy aquí para lamentarme, porque lo hecho hecho está y lo realmente importante es el aquí y el ahora. Lo que hicimos en el pasado no lo podemos cambiar, pero sí podemos tomar decisiones hoy que puedan cambiar nuestro futuro.
Miedo a lo desconocido
No te engañes, y te lo digo por experiencia propia: mi idea del paraguas no pasó a ser una realidad porque tuve miedo. Y tal vez te parezca una tontería, pero mi yo del pasado tenía un bebé pequeño, tenía ciertas responsabilidades, deudas, etc. Ya sabes un montón de cosas que me hacían sentir atada de pies y manos. Pero, lo cierto es que todas esas limitaciones sólo estaban en mi cabeza. Porque también está el tema del mindset, que, por si no lo sabes, viene siendo la estructura mental que cada uno de nosotros tiene montada. Si cuentas con un mindset en continuo crecimiento y evolución, es muy distinto a uno que se resiste a hacer cambios, ¿no? Pues en ese momento el mío no estaba en plena forma que digamos…
Pero volvamos al tema del miedo a emprender. Y es que en ese momento ni me planteé que yo pudiera propulsar esta idea y convertirla en una realidad. Siempre pensaba que sería una gran oportunidad para quien pudiera llevarla a cabo, pero en ningún momento pensé que esa persona pudiese ser yo. En este sentido entra en juego la mentalidad con la que llegamos a la edad adulta, pero eso lo hablaremos en el próximo apartado.
Ahora, y con otro mindset muy distinto, sé que actuaría de otra manera: preguntaría precios, me informaría sobre las patentes, incluso me pondría en contacto con algún fabricante de carritos de bebé, etc. Todo esto se hubiese transformado en datos que me habrían permitido valorar si finalmente tiraría adelante con esta iniciativa o no. Sin datos, no sabes. Lo que no sabes, lo desconoces. Y lo desconocido siempre da miedo.
La mentalidad del empleado
Para empezar quiero adelantarte que soy una crítica activa del sistema educativo español. Porque veo que mis hijas están siguiendo más o menos el mismo plan curricular que yo. Es decir, que están estudiando más o menos lo mismo que yo a su edad. Pero la sociedad ha cambiado y mucho desde entonces, ¿no te parece? Entonces, visto así, podríamos afirmar que el sistema educativo actual no está preparando a nuestros hijos para lo que realmente les espera fuera del entorno académico.
Por otro lado, también cabe resaltar que nos enseñan a callar y a acatar órdenes. Durante toda nuestra infancia y adolescencia nos obligan a seguir las mismas indicaciones, nos evalúan a todos con los mismos parámetros y el buen alumno es aquel que calla en clase y habla sólo cuando se le indica. ¿Te suena eso de que es mejor usar las palabras del profe que las propias para sacar buena nota en el examen? Pues eso… Por lo que, lejos de potenciar el pensamiento crítico, lo estamos ahogando.
Sin embargo, y como empresarios, ¿qué buscamos hoy en día en los procesos de selección? Gente resolutiva, que se adapte a las fluctuaciones del mercado, que sea creativa… Pero todas estas cualidades nos las están mermando durante, por lo menos, 16 años en los que nuestra mente está en pleno desarrollo.
¿En qué nos convierte eso? Pues, en personas ejecutoras. En empleados.
De este modo, cuando nos vemos obligados a hacer algo distinto no sabemos ni por dónde empezar. Y en la mayoría de los casos, tomar un rol de liderazgo es algo que ni se considera como una posibilidad. Este factor es otro factor de miedo a emprender al que te puedes enfrentar. Porque ser líder implica adoptar un rol para el que no hemos sido preparados, aunque es cierto que hay personas que tienen estas características de forma innata.
Salir de la Zona de Confort
Meterte en un atasco diario tanto para entrar como para salir del trabajo. Usar el transporte público y aguantar olores ajenos y rozamientos inesperados. Hacer las mil y una para cuadrar cuentas y conseguir llegar a final de mes. Jugar a montar el puzzle con los horarios de tus hijos cada vez que empieza un curso escolar… ¿Te suena algo de esto? Seguramente, algo sí. Sin embargo, nos lo tomamos como parte de nuestra vida, como si fuese nuestra rutina. Lo aceptamos y ya está.
Esto, que por cierto es una mierda y no me digas que no lo evitarías si pudieras, es tu zona de confort. Y por muy mierda que sea, nuestro cerebro va a hacer todo lo posible para mantenerte dentro de ella y que no salgas. Montar una empresa no suele formar parte de esa burbuja, por lo que salir de ella es otro miedo a la hora de emprender.
“Pero nuestro cerebro debería protegernos de lo malo, ¿no?” Exacto. Tu mente te quiere proteger de lo que no conoce. Recuerda: lo desconocido nos da miedo. Y, por esta regla de tres, nuestra zona de confort, aunque sea el infierno en la tierra, es lo que conocemos y por eso nos resistimos a abandonarla. Al fin y al cabo, no sabemos qué podemos encontrar fuera de ella.
Mira, te pongo un ejemplo. Imagina que odias tu trabajo y que para ti es un suplicio acudir a él. En este caso, tienes dos opciones: dejarlo y buscar otra cosa, o bien continuar aguantando el chaparrón. ¿Cuál crees que elegirías? Bueno, visto así, seguro que me dices que dejas el trabajo sin dudarlo, pero ponte en tu propio contexto: con deudas, sin la posibilidad de que la empresa te indemnice, con la incertidumbre de no saber qué harás después, con el miedo de pensar que igual acabas en un sitio peor, con responsabilidades familiares a las que atender (si las tienes, claro)… Y un montón más de circunstancias que te han mantenido en ese trabajo que no quieres durante el tiempo que sea. No es tan fácil marcharse, ¿verdad? Precisamente, éste es otro miedo a la hora de emprender.
Lo que tú quieres
Estos miedos a la hora de emprender, y sobre todo cuando lo haces por primera vez, nos asaltan a la vez. Porque, tal y como hemos visto, emprender es algo que nadie nos ha enseñado a hacer. Si has tenido emprendedores a tu alrededor, por lo menos tienes referentes. Pero la gran mayoría de nosotros no hemos tenido esa suerte. ¿Qué se puede hacer, entonces?
Es cierto que nuestro cerebro se desarrolla a lo largo de la infancia y la adolescencia, pero cuando llegamos a la edad adulta no tenemos por qué estancarnos. De hecho, está demostrado que podemos continuar desarrollando nuestras capacidades hasta el último de nuestros días. Así que, no importa la edad que tengas, si tienes una idea empieza por trabajar lo que tienes en esa cabecita y transfórmate en el empresario que quieres ser. Es cierto que, de alguna manera, nos vemos obligados a forjar con nuestras propias manos este espíritu emprendedor que sabemos que nos llevará al lugar en el que queremos estar. Pero te aseguro que el esfuerzo vale la pena. Así que, como ves, tu futuro está en tus manos. Y superando el miedo a emprender, enfrentándote a todos estos fantasmas, es como conseguirás acercarte a lo que realmente quieres hacer.
Ser el heredero de una empresa es un proceso complejo y muchas veces no nos sacamos a nuestro predecesor ni con agua caliente. ¿Te suena? ¿Tus padres son empresarios y esperan que heredes su negocio? ¿Te has criado en esa empresa y conoces a todo el mundo? ¿Has heredado ya la empresa pero sólo eres el líder corporativo sobre el papel? Si te sientes identificado con estas preguntas, estoy segura de que el artículo de hoy te va a resultar muy interesante.
Hoy vamos a ver cuál es el papel de ese heredero, de ese líder que realmente no pinta nada en su propia empresa porque el fundador o predecesor nunca llegó a irse.
Por cierto, antes de continuar quiero aclarar una cosa: verás que siempre hago referencia al padre como empresario, pero en realidad es para referirme al empresario que cede la compañía, ya sea la madre o cualquier otro familiar. En todo momento, hago referencia a las empresas familiares. Así que espero que entiendas que generalice con la figura del padre.
Toda la vida has visto esa empresa desde dentro. Sabes cuáles son sus entresijos, conoces a las personas que trabajan en ella. Algunos son casi de la familia. Has trabajado con ellos, has sido su compañero y también su guía en algún momento. Tienes su respeto porque eres el “hijo del jefe” y ahora ha llegado el momento de dar el salto y de reemplazar a tu padre.
Te has estado preparando para este momento, porque sabías que ibas a ser el heredero y, por fin, ha llegado el punto en la vida en que tu predecesor decide dar un paso al lado y dejarte al cargo de todo por lo que ha luchado en su vida laboral. Es una gran responsabilidad. Lo sabes. Siempre lo has sabido. No quieres defraudar a nadie. Quieres estar a la altura de las circunstancias. Quieres que la persona que te ha pasado el testigo se sienta orgullosa de tu gestión, que se quede tranquila porque su bebé está en buenas manos. Y lo está. Seguro que sí. Pero ¿cuál es la realidad?
La realidad de la mayoría de las empresas familiares que cambian de generación es que la persona que se retira lo hace en teoría, pero en la práctica sigue estando al pie del cañón: visita las instalaciones con regularidad (si no a diario), revisa el trabajo sobre el terreno, quiere que le tengan en cuenta para tomar decisiones, ya sean importantes o no, etc. Vamos, que podríamos decir que sigue siendo el jefe y tú sigues siendo el hijo del jefe; el heredero que no acaba de heredar. Pero ese no era el trato, ¿verdad? ¿Qué está fallando?
El bebé (la empresa)
Ponte en su lugar por un momento. Probablemente él también heredó la empresa o, tal vez, la creó. Eso en realidad no importa demasiado. El caso es que a lo largo de su vida ha ido tomando decisiones importantes, ha cometido muchos errores, ha celebrado muchos logros y su bebé, ha ido evolucionando hasta ser la empresa que es hoy. Es una gesta que le ha tomado muchos años, casi una vida. Ha sacrificado mucho por estar como está ahora. Tu familia ha tenido lo que ha tenido porque esta persona ha hecho lo mejor de sí para conseguirlo. Muchas otras familias han podido formar parte de esta evolución. Algunas se fueron y otras siguen ahí. Pero, sin duda, lo que tu padre hizo en su momento repercutió en la vida de muchas personas. Es una responsabilidad que te está pasando.
Y no es que no confíe en ti. La cuestión es que cuando llevas tantos años con tanto peso sobre los hombros, te sientes incómodo cuando te lo quitan de golpe. No le puedes pedir que de un día para otro deje de hacer algo que lleva toda la vida haciendo. Además, ese rol le estaba proporcionando un estatus al que ahora debe renunciar. Ha sido su forma de vida durante muchísimos años. Dime: ¿cómo se renuncia a eso?
El heredero (tú)
Está bien. Sé que puedes ponerte en sus zapatos y entender lo que pueda sentir. Pero ¿y tú? Él también tendría que hacer este ejercicio, ¿no te parece? Pues tienes toda la razón. Pero las personas mayores tienden a pensar que la vida les ha enseñado todo lo que necesitan saber y que los jóvenes tenemos todavía mucho camino por andar. Y es cierto, no lo vamos a negar. Pero también es cierto que la sociedad avanza muy rápidamente y que los jóvenes de su época no son como los de la nuestra.
Nuestra generación viene muchísimo más preparada, con una mente llena de conocimientos teóricos que necesitamos poner en práctica para asegurarnos sobre la viabilidad de cada posibilidad. Los negocios de hace 50 años no son como los de ahora. Es necesario adaptarse al mercado y no que el mercado se adapte a nosotros. Eso hace años que se terminó y cuando llegan las crisis las primeras empresas en caer son precisamente las que no se saben adaptar. Tú, como heredero de nueva generación, podrás aportar muchas cosas a la empresa que tu padre ni se imagina.
La transición hacia el heredero
Cuando llega el momento de tomar las riendas de la empresa es necesario que te postules como nuevo líder. Tu padre se jubila, te cede el mandato y tú pasas a ser la cabeza visible de todo el trabajo que allí se realiza. No vas a poder evitar que tu predecesor deje de venir, pero tienes que reivindicar tu posición como líder. Habla con él. Pídele que realmente dé un paso al lado. Que si ve algo que cree que no va a funcionar, que te lo consulte, que te explique cuál es su punto de vista. Pero bajo ningún concepto que te descalifique, que se vuelva a postular como si estuviera por encima tuyo porque si lo hace, no vas a entender cuál es tu papel en la empresa.
Ten en cuenta que los trabajadores y colaboradores tienen que tener claro cuál es su referente corporativo, a quién tienen que dirigirse cuando tienen que hablar con la persona o personas que toman las decisiones. Si tu padre siempre está ahí, tú no pintarás nada o bien poco. Por lo que son aspectos que deberás hablar directamente con él e intentar que nunca se pierda el foco.
La transición no va a ser inmediata, os va a tomar un tiempo, pero es necesario hacer este esfuerzo para empezar a ver los resultados que realmente quieres ver.
La herecia
Cuando tu padre, finalmente, dé ese paso al lado te sentirás más libre y más líder. No sólo serás el heredero sino que, por fin, serás el líder que llevas tanto tiempo soñando. O por lo menos estarás un paso más cerca de serlo. Pero no tengas prisa porque llegue ese momento. Es un proceso duro para él y debes ser muy empático y paciente. Piensa que tiene que abandonar a su bebé y eso no es fácil, sin importar el carácter de cada uno.
Sin embargo, cuando ese momento llegue, tu padre podrá disfrutar de su jubilación y tú podrás liderar tu empresa con total libertad: haciendo los cambios que consideres oportunos, adaptando los procesos, abriendo nuevas líneas de negocio y suprimiendo aquellas que creas que ya no son necesarias.
¡Enhorabuena líder!
Sé que este tema puede resultar un poco espinoso porque no estamos hablando de negocios y ya, sino que entramos en temas mucho más personales como la familia. Pero no podemos ignorar esta realidad que existe y que representa un verdadero quebradero de cabeza para muchos empresarios que son herederos del negocio familiar y que se acaban sintiendo mal porque no saben gestionar esta transición. Por eso espero que si te encuentras en una situación similar, lo que has leído hoy te pueda ser de ayuda. Y si conoces a alguien en una situación así y crees que este artículo le puede dar un poco de luz, por favor compártelo con él o con ella.
Todo el mundo sabe que un trabajador feliz es mucho más productivo, sin embargo, este concepto en sí mismo parece algo muy abstracto y hoy quiero ser más concreta. El hecho de trabajar en un entorno favorable tiene múltiples beneficios para el conjunto de la empresa. ¿Sabes cuáles son? Aquí y ahora te voy a desvelar los 5 beneficios más destacables de mantener la felicidad en el trabajo.
TOP5 en los beneficios de la felicidad en el trabajo
1. Optimismo
Cuando somos felices vemos las cosas de manera distinta, con una luz más amable y siempre con la perspectiva positiva de las cosas, es decir, con el vaso medio lleno. Una persona que es feliz en su entorno de trabajo será mucho más propensa a buscar soluciones ante las adversidades. No será de las que ve más problemas que soluciones, más sombras que luces. Si fuese así, además contagiaría su pesimismo al resto y lo suyo sería poner trabas a posibles propuestas para salir del bache, por pequeño que sea. Por suerte o por desgracia, tanto el pesimismo como el positivismo se contagian fácilmente, por lo que siempre será mejor si contamos con gente optimista porque, sin duda, serán personas dignas de escuchar.
2. Osadía
Esta palabra solemos entenderla por su vertiente más negativa, pero en el ámbito laboral debe ser entendida como el sentimiento de alguien por proponer actuaciones no convencionales. Cuando un trabajador es feliz normalmente se siente más seguro de sí mismo y, por lo tanto, tiene más predisposición a explotar su talento natural, a proponer actuaciones no convencionales que pueden transformarse en una nueva vía de trabajo si se tienen en consideración. Si el trabajador está cohibido o se siente inseguro, será mucho más difícil que llegue a este punto de madurez y, por lo tanto, que el empresario pueda explotar ese talento en bruto que cada uno posee.
3. Relaciones interpersonales
Una persona de buen humor, alegre y optimista, sin duda será alguien que no tendrá mayores dificultades cuando se trate de relacionarse con las personas que forman parte de su entorno. Tal vez no sea quien inicie las conversaciones, pero seguramente sí sea alguien agradable con quien conversar y, por supuesto, alguien con quien será más fácil formar un equipo de trabajo.
4. Terapia antiestrés
La motivación sube, el compromiso también, el compañerismo será mucho más palpable y el nivel de estrés en los momentos que haya picos de faena será mucho más llevadero. Si el ambiente es negativo el estrés se dispara y sin duda entorpecerá la fluidez de trabajo y de ideas que ayuden a solucionar las situaciones complicadas.
5. Flexibilidad
Cuando somos felices también nos resulta más fácil adaptarnos a los cambios, pero cuando no lo somos todo se tornan problemas y nos resistimos mucho más. Con una plantilla positiva es mucho más fácil hacer cambios en la empresa para poder avanzar y evolucionar. Y, amigo, no me negarás que estamos en época de cambios, ¿verdad? Por lo que esta característica será muy preciada en nuestro equipo.
¿Qué nos hace felices en el trabajo?
Lo cierto es que una plantilla contenta siempre generará una energía mucho más positiva que una que no lo esté. Subirá el grado de motivación e implicación, por lo que la productividad mejorará y puede que influya también en la imagen corporativa. Para conseguir la felicidad en el trabajo no existe una receta milagrosa, dado que la realidad de cada empresa puede variar en función de muchos factores que suelen ser variables, pero parece ser que existen unos puntos en común que todo buen empresario debería tener en cuenta, tales como el sueldo, la flexibilidad horaria, el ambiente de trabajo y la posibilidad de promoción dentro de la propia corporación.
¿Sabías que existen empresas que tienen un Departamento de Felicidad además del de Recursos Humanos?¿Alguna vez te habías planteado la felicidad como un factor tan determinante dentro del entorno laboral?¿Tenías constancia de los beneficios que te acabo de plantear?
Camina sólo e irás más rápido, camina acompañado y llegarás más lejos.
Tal vez, al hablar de este concepto te venga a la cabeza algo parecido a lo que sería la imagen corporativa. Es decir, cómo te ven los demás o algo más relacionado con la reputación de la empresa. Sin embargo, la identidad corporativa va más allá.
Concretamente, se adentra en el campo de la identificación, en el sentimiento de pertenencia y también en algo mucho más amplio que atañe a la totalidad de la empresa. Aún así, es un concepto un poco abstracto que puede resultar complicado de entender. Por eso hoy quiero darte las claves para que descubras la importancia que la identidad corporativa puede llegar a tener en tu empresa.
Identidad individual y de grupo
Independientemente de si hablamos de una empresa o de una persona, nuestros rasgos identificativos son aquellos que nos definen y que nos diferencian del resto. No sólo a nivel físico, sino también a nivel intelectual, de valores, etc. Ese compendio de características es lo que nos hace únicos. A eso le llamamos identidad personal.
Cuando nos referimos a un grupo de personas también podemos remitirnos a los rasgos que éstas comparten y que en conjunto las diferencia del resto. ¿Quién no recuerda pertenecer a un club deportivo, seguir a un grupo de música o hacer según qué actividad conjunta durante la adolescencia? Por cierto, ¿no te parece curioso que me remita precisamente a esa época? Pues es que justamente es en la pubertad cuando el ser humano busca su lugar en el mundo. Ello implica definir no sólo la identidad personal sino también ubicarse en función a lo que nos rodea. En otras palabras, identificar nuestra identidad de grupo.
Todos sabemos que el ser humano es un ser social por naturaleza y por eso busca de manera inconsciente formar parte de algo mayor. De ahí la existencia y el éxito de los clubs de fans, de seguidores de equipos de fútbol (u otros deportes), los clubs de excursionistas o corredores y un sinfín más de grupos destinados a jóvenes y a adultos. Las empresas, entendidas como entidades empleadoras, también pueden formar parte estos grupos.
Todo depende de cómo aborde el tema cada compañía. Porque, aunque te parezca una locura, la única diferencia a nivel social entre un club de seguidores del Real Madrid y los trabajadores de una empresa es la percepción que se tiene del grupo.
La identidad como rasgo diferencial
Imagina que te quieres apuntar al gimnasio. ¿Qué tienes en cuenta para decidirte por uno u otro? Es posible que al principio el precio y/o la ubicación sean los factores que más peso tengan. Pero a la larga (y sobre todo si estas dos variables no son determinantes) seguramente te quedarás con el que te sientas más a gusto. ¿Y qué quiere decir esto? Pues sencillamente que, de todas las opciones que tenías al principio, has elegido esa porque te identificabas más con lo que representa dicho gimnasio y eso provocaba que te sintieras más cómodo en ese lugar.
Dicho de otro modo, cuando tienes que pasar cierta cantidad de tiempo en un sitio determinado y con según qué perfil de gente siempre llega un momento en el que debes decidir entre pasar página o continuar. Porque en el fondo el tiempo es oro. Es un bien que todos tenemos por igual, pero que la forma en que lo empleamos define nuestra identidad. Por otro lado, cuando lo hemos gastado no lo podemos recuperar. Es por eso que deberemos decidir si queremos seguir invirtiéndolo en ese lugar y con esa gente.
Los valores
Pongamos otro ejemplo, pero un poco distinto. Imaginemos que te gusta la jardinería y te unes a un grupo de Facebook de jardinería urbana. Ya sabes, de estos que te dan soluciones para espacios pequeños como un balcón o la terraza de un piso. La gente con la que te relacionarás seguramente tendrá los mismos gustos que tú y te parecerá el lugar idóneo para plantear preguntas, responderlas, sugerir propuestas, colgar fotografías del huerto que te has montado en el balcón y presumir de tomateras, por ejemplo.
Ahora imagina que además eres una persona que siente un gran respeto por el medio ambiente y que estás totalmente en contra del uso de químicos. Sin embargo, al poco de estar allí te das cuenta de que en ese grupo en el que estabas tan a gusto al principio, aconsejan su uso e incluso los comercializan. No me negarás que es cuestión de tiempo que lo abandones. Sin duda, en este caso, el factor con el que no te identificabas eran los valores.
Por lo tanto, podríamos definir la identidad como ese conjunto de peculiaridades que nos hace distintos del resto. Sin embargo, y también al mismo tiempo, la identidad de grupo es aquella que denota que compartimos algunos de estos rasgos con otras personas.
Siguiendo esta línea, podemos afirmar que una misma persona se puede identificar con varios grupos a la vez. La condición es que se respeten sus propias características identificativas y sus valores. Es decir, una misma persona puede ser fan de un grupo de música concreto, formar parte del equipo de ajedrez de su localidad y estar en la asociación local de excursionistas sin entrar en un conflicto de identidad, ¿verdad?
La identidad corporativa
Llegados a este punto me gustaría citar a Benito Castro para poder definir la comunicación corporativa y dice así:
“La identidad corporativa, vista desde la perspectiva de la Comunicación, es el conjunto de valores y signos que definen y concretan la cultura de una empresa. Los valores, por así decirlo, serían como el alma de la organización, fraguada con el paso del tiempo. La identidad corporativa tiene como función, además, conectar esas ideas principales con una serie de signos identificativos que representen nuestra forma de ser y nuestras aportaciones.”
Benito Castro. Experto en comunicación corporativa
Si entendemos que una empresa es un grupo de personas que deberían tener y compartir ciertas características ¿no crees que la identidad corporativa es esencial para un buen ambiente de trabajo y para el buen funcionamiento de la empresa? Exacto; es totalmente fundamental.
La identidad corporativa y la comunicación interna
Seguro que en la esfera externa, por poco tiempo que lleves en el mundo empresarial, ya te habrás puesto manos a la obra. Por poco que tengas, seguro que habrás creado un logotipo, posiblemente tengas los colores corporativos definidos o habrás elegido la o las tipografías que vas a usar. Porque sabes qué quieres proyectar, qué quieres que la gente ajena a tu proyecto perciba.
Y es estupendo que trabajes la imagen corporativa a este nivel. Pero no debes olvidar la comunicación interna. Recuerda que ésta te permitirá construir esa identidad corporativa que es tan fundamental para definir tu empresa. Gracias a ella te podrás diferenciar aún más de tu competencia y además funcionará de pegamento para unir personas y crear equipos de alto rendimiento.
Dicho de otro modo, si tenemos una empresa y queremos proyectar una identidad corporativa concreta, más nos valdrá poner el foco en la comunicación interna. ¿Por qué? Pues, para evitar mensajes erróneos, malentendidos, mal ambiente, etc. Esta serie de contratiempos simplemente proyectarán aquello que no queremos. ¿Dejaremos al azar este punto tan clave para establecer qué queremos que sea nuestra empresa y cómo queremos que sea percibida? ¡Pues claro que no!
Ahora te toca a ti
Ahora ya sabes que la identidad corporativa va más allá de lo que refleja tu logotipo. También que deberías definir muy bien la imagen de marca que quieres que se perciba. O sea que no son temas triviales para nada. Por lo tanto, si no tienes bien definidos los valores que representan tu compañía y los que deberías compartir con los demás miembros de tu equipo, puedes entrar en una serie de contrariedades. ¿Mi consejo? Deberías dedicarle un tiempo a esto. Piensa que será una pequeña inversión de tu tiempo que provocará que las personas adecuadas quieran pasar más tiempo junto a ti y tu proyecto y que las que no vayan en línea con ellos abandonen el barco y no te hagan perder más el tiempo.
¿Ya sabías sobre la importancia de la identidad corporativa? ¿Tienes claro cuáles son esos valores que quieres defender a través de tu empresa?Después del contenido de hoy, ¿te has dado cuenta de que las personas que han acabado yéndose probablemente lo hayan hecho porque no se sentían identificadas con esos valores? Me encantará leerte en los comentarios y si tienes alguna pregunta será un placer darte respuestas.
“Camina sólo e irás más rápido, camina acompañado y llegarás más lejos.”
Proverbio chino
Podcast
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