Hoy vamos a hablar de las consecuencias de aplicar una insuficiente o mala insuficiente comunicación interna en tu empresa. Pero es probable que no tengas ni idea de lo que es y no te culpo. Porque, a pesar de lo importante y fundamental que resulta para el mundo empresarial, es un ámbito que se ha visto altamente camuflado en los últimos años tras la sombra de la comunicación externa. Así que si necesitas refrescar la memoria, pincha aquí para redescubrirla y comprender mejor la envergadura de lo que hoy te propongo.
Las 5 consecuencias más comunes
Antes de empezar con la clasificación que he preparado, me gustaría que supieras que los beneficios que consigue la empresa que cuenta con una buena comunicación interna son múltiples. Por esa regla de tres, no gestionarla adecuadamente también puede dar como consecuencia problemas que a la larga se pueden transformar en algo mucho más grave. Básicamente, porque se suele generar el efecto “bola de nieve” y un pequeño detalle se puede transformar con el tiempo en algo enorme. ¿Y cuáles son esas consecuencias? Vamos a ver las más comunes.
1. Desmotivación
Si los trabajadores no se sienten valorados irán a trabajar sin ganas, sus tareas se volverán rutinarias y no representarán un reto para ellos sino más bien una carga. Nos encontraremos con personas que sólo querrán realizar su jornada, sin prestar demasiada atención a la calidad de sus tareas. Simplemente querrán cumplir con lo establecido y con un horario. Estas personas pueden ser muy talentosas, ideales para el puesto que ocupan, pero si no encuentran una motivación, muy probablemente acaben por irse de la empresa en cuanto se les presente la ocasión.
2. Desorden jerárquico
Está muy bien que el jefe sea cercano a sus trabajadores, que los conozca personalmente y que incluso exista una relación de amistad, pero eso no debe difuminar la jerarquía de una empresa en la que deben quedar claras las posiciones, las responsabilidades y los límites de cada uno. Si la empresa fuese creciendo y continuase sin marcar una pirámide de mando clara, esta situación se acabaría transformando en un problema, ya que la confusión llevaría al caos y el caos al desastre.
3. Protocolo inexistente
Si el protocolo de comunicación no se establece claramente, es fácil generar malentendidos que lleven a situaciones desagradables. Los errores se convertirían en algo común, la pérdida de información daría pie a errores más graves, probablemente los mensajes no llegarían a sus destinatarios, y esto provocaría situaciones realmente comprometidas que alimentarían ese caos que ya hemos comentado y que fácilmente se podría traducir en las temidas pérdidas económicas.
4. Mal ambiente de trabajo
La acumulación de pequeños detalles dan pie a situaciones tensas que propician un ambiente cargado, lleno de personas con una piel muy fina y una alta sensibilidad que no son más que la consecuencia de una mala comunicación interna. Los trabajadores no sólo no estarán motivados por acudir a su puesto de trabajo sino que además serán propensos a provocar situaciones tensas que puedan desembocar en algo más grave.
5. Imagen corporativa dañada
Al igual que un trabajador se convierte en un embajador corporativo muy preciado cuando la comunicación interna fluye adecuadamente (endomarketing), también se puede convertir en el peor enemigo de la propia empresa. Si cuando está dentro de la compañía está en continua tensión, discutiendo por cualquier cosa, esperando a ver cuál será el próximo error, a que venga algún compañero a gritarle o incluso a faltarle al respeto, etc. Por supuesto que cuando esta persona esté en la esfera externa no alabará las grandezas de su empresa, muy al contrario. Esto, sin duda, será un golpe muy duro para la imagen y la reputación corporativa ya que nadie es más creíble que una persona que forma parte de la propia compañía. Y si el ambiente está tan cargado, te aseguro que no serán ni uno ni dos.
El efecto bola de nieve
Todos estos factores desembocan en otros a los que, si no se les pone remedio, siempre irán a más y provocarán una CRISIS. Y en el peor de los casos, podría acabar con el cierre de la empresa y con todo lo que esto conlleva.
Siempre se puede actuar antes de llegar a una situación tan grave, por supuesto. Pero para ello será necesario que cuentes con una comunicación interna sana. Ésta te permitirá detectar los problemas antes de que sean demasiado grandes. Y si ya has detectado alguno, mi consejo es que no esperes a que se solucione solo. Recuerda que lo que pasa dentro de tu empresa es responsabilidad tuya, por lo que no es para nada recomendable dejar estos asuntos en manos del azar.
Ten en cuenta que las consecuencias que hemos visto hoy son las más habituales, pero antes de llegar a ellas existe una serie de síntomas que deberían llamar tu atención como, por ejemplo, el absentismo injustificado y reiterado, el continuo atasco en tareas relativamente sencillas, la repetición constante de errores, etc. Y, ¿sabes qué? A veces la solución es más sencilla de lo que parece.
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Podcast
Si eres más de los que prefiere llevarse la información puesta y escucharla en cualquier sitio AQUÍ tienes el enlace al podcast de esta semana.
Que levante la mano quien no se haya topado en la vida con una o más personas tóxicas: una amistad, una relación sentimental, un familiar, un compañero de trabajo… No importa el ámbito porque este tipo de personas tienen algo en común y es que cuando te topas con una de ellas tu vida se vuelve mucho más complicada. Y, tal vez, nuestra primera reacción sea apartarlas de nuestro lado. Pero suele ser un proceso largo porque primero nos tenemos que dar cuenta de que estas personas nos están perjudicando y eso no es una tarea fácil en la mayoría de los casos. No por nada, no porque sean muy hábiles o porque mediten mucho sus acciones, sino simplemente porque los árboles muchas veces no nos dejan ver el bosque.
Como podrás adivinar, hoy vamos a hablar sobre las personas tóxicas en el ambiente de trabajo porque el resto de relaciones, mejor se las dejamos a sus respectivos profesionales. ¿Te parece?
La convivencia en el ambiente laboral
Cuando hablamos de compañerismo y de ambiente de trabajo nos referimos a la parte más humana del entorno laboral, por lo que decidir cómo serán estos aspectos dependerá enteramente de las personas y de las relaciones que se establezcan entre ellas. Dicho de otro modo, estos dos aspectos condicionarán el funcionamiento del grupo o equipo de trabajo, ya sea bueno o malo. Es por eso mismo, que hay ciertos roles o ciertas actitudes que será mejor evitar si queremos que nuestro equipo tenga una evolución adecuada.
Se trata de esas personas que consideramos tóxicas para el grupo, que no aportan nada y que además entorpecen el rendimiento del mismo. Nos referimos a las personas que son pesimistas, críticas destructivas, que no se lo toman en serio, las que se oponen a todo por sistema, las dominantes, las presuntuosas, etc. Dicho así parece que hay muchos perfiles, y así es, pero hoy nos vamos a centrar en aquellos que son considerados los más tóxicos. Y no es porque sean mortales, sino básicamente porque son los más comunes. Además, te los voy a ordenar de menor a mayor toxicidad. Así que, empecemos por el más inocuo de todos ellos.
1. El pasota
Básicamente, se trata de aquellas personas que no hacen nada. No impiden que se lleven a cabo las tareas, pero sí que se transformarán en un lastre que será necesario arrastrar para poder alcanzar los objetivos empresariales. Este rol lo adoptan quienes no quieren asumir ningún compromiso. Aquellos que delegan cualquier tipo de tarea que les pueda suponer un reto. Las personas que incluso se ausentan con frecuencia de su puesto y que destinan su tiempo a tareas menos productivas o que no tienen nada que ver con su trabajo, como puede ser chatear, navegar por internet, atender llamadas personales, etc. En definitiva, y como su nombre indica, se trata de alguien que pasa de todo.
Como se ha comentado antes, este no es un rol especialmente tóxico, pero sí que es común. Por suerte, es relativamente fácil de reconducir ya que, la mayoría de las veces, estaremos ante un caso de desmotivación. Y lo cierto es que bien reconducido se puede transformar para conseguir un trabajador activo y motivado.
2. El crítico compulsivo
Estaremos de acuerdo en que las críticas son buenas siempre y cuando se hagan con el ánimo de mejorar algo. El problema es cuando nos encontramos con alguien que critica por sistema todo lo que se hace y dice sin ofrecer una solución o alternativa. De nuevo, nos encontramos con una persona que no se siente comprometida con el resto de su equipo. Por ello, suele transformar su incomodidad en desconfianza y malestar que acaba por transmitir al resto a través de las críticas.
A veces esta actitud viene provocada por la envidia. También es posible que la desconfianza dé paso a pensar que todos los demás están en su contra y que hablan mal de él o ella cuando no está.
Este rol tiene un grado más de toxicidad que el anterior porque no es fácil de reconducir. En este caso, existe una delgada línea roja entre intentar que no se sienta mal con el resto del equipo (prestándole atención, escuchando sus críticas, rebatiéndolas con una argumentación consistente, etc.) y el poder de manipulación que esta persona pueda tener sobre el resto del grupo.
3. El perro del hortelano
Este rol es parecido al anterior, aunque bastante más tóxico. Es posible que incluya la crítica sistemática, pero lo que realmente le caracteriza es su actitud obstaculizadora. Como el perro del hortelano, que no come ni deja comer.
Por lo tanto, es probable que facilite información ambigua o confusa, alargue los procesos de toma de decisiones por dudas no demasiado razonables, invierta mucho tiempo en tareas improductivas o secundarias, etc. En muchos casos, todas estas acciones las lleva a cabo para evitar tener responsabilidades. O sea que, en definitiva, nos encontramos ante alguien muy desmotivado y que no entiende o comparte el motivo de ser de la compañía.
Para poder lidiar con este tipo de personas será necesario explicarles muy claramente (incluso por escrito, si se considera oportuno) cuáles son exactamente sus tareas, en qué periodo de tiempo tienen que estar hechas y hasta dónde llegan sus responsabilidades. Aún así, se trata de un rol bastante tóxico con el que no es fácil lidiar porque ni hace ni deja hacer.
4. El falso jefe
El que asimila este rol se cree el jefe cuando en realidad no lo es. Pero, tal vez, lo peor sea que se lo cree de verdad. Por ello, impone su criterio como si fuese un dogma y manda y ordena al resto del grupo cada vez que tiene la ocasión. Esta actitud desconcierta a los demás componentes y desenfoca la prioridad de las tareas, por lo las gestiones se vuelven mucho más lentas e ineficaces. Además, su firme mandato puede dar pie a que se generen más personas tóxicas adoptando roles de los que ya hemos hablado antes dentro de su radio de acción.
Si esto sucede, puede incluso provocar que se acabe por destruir el equipo de trabajo, si no se trata a tiempo. Por este motivo, cuando detectamos personas tóxicas que adoptan este rol es necesario ofrecerle el reconocimiento profesional que necesita. Porque, recuerda, se cree el jefe y realmente necesita ser reconocido por sus logros.
Ya sé que puede parecer sorprendente, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos esta actitud no es más que una fachada. Suelen ser personas con una baja autoestima se autoimponen para protegerse de las críticas ajenas. De ahí esa actitud con la que quieren destacar y esa necesidad tan profunda de reconocimiento público. Pero cuidado, porque si te pasas podrías conseguir el efecto contrario y estarías alimentando esta conducta más que reconducirla. Su alto grado de toxicidad procede precisamente de este frágil equilibrio necesario para poder lidiar con una persona que adopte este rol.
El día a día con personas tóxicas
Trabajar junto a personas que asumen estos y otros roles negativos dentro del equipo de trabajo puede suponer un gran obstáculo. A nivel personal, lidiar con estas personas a diario y durante toda la jornada laboral puede resultar agotador. Y ya sabes cómo va esto: si en un cesto hay una manzana podrida es fácil que se eche todo a perder.
Pero no me malinterpretes, no te estoy diciendo que hagas una purga. Tampoco te lo recomendaría. Pero sí que como líder empresarial, es tu deber identificar estos roles y reconducirlos siempre y cuando creas que el esfuerzo vale la pena. Porque en la mayoría de los casos es una cuestión de liderazgo.
Es cierto que muy probablemente estas personas ya traigan la mochila llena de su casa, pero es tu deber como líder corporativo el saber motivarlas adecuadamente, detectar los problemas a tiempo (cuando aún se pueden solucionar sin tomar medidas drásticas), formar grupos de trabajo que generen sinergias y no confrontaciones, etc.
Así que para evitar todo esto es mejor que hemos visto hoy es necesario contar con una comunicación interna bien sana que nos permita controlar el estado de las relaciones entre los integrantes de nuestra empresa prácticamente en tiempo real.
Sin personas tóxicas, la vida es más fácil y el trabajo más productivo.
¿Crees que en tu empresa mandas sólo tú y que justamente en ti recae el peso de la toma de decisiones y responsabilidades? O, por el contrario, ¿eres de los que piensan que todos sois iguales y que todos dais la cara por todos? No te rompas el coco; es cuestión de jerarquía corporativa.
Seas del pensar que seas aquí no te voy a decir lo que está bien o lo que está mal, pero sí quiero presentarte el concepto de jerarquía corporativa y mostrarte por qué es tan importante que lo tengas en cuenta en tu empresa.
La jerarquía corporativa
No es más que el orden que se decide o se establece en el entorno empresarial. Se trata de decidir quién se encarga de ciertas tareas y quién responde por su buen o mal desempeño.
Cuando nace una empresa, y sobre todo cuando ésta está en sus inicios de crecimiento, la jerarquía corporativa se impone de manera natural. Sin embargo, en el momento en que es necesario dividir las responsabilidades y segmentar la empresa en porciones más pequeñas para hacerla más productiva y permitir que siga creciendo, es necesario parar un momento y dedicar un tiempo a planificar, entre otras cosas, cómo será la jerarquía empresarial y cómo se va a confeccionar el organigrama que la respalde.
Importancia de la jerarquía corporativa
Llegados a este punto, ¿consideras que es un aspecto empresarial importante o trivial? Pues lo cierto es que es algo tan básico que al inicio ni le damos importancia. Porque parece un proceso natural, pero en el momento de plantarse a reflexionar sobre este tema es fundamental prestarle mucha atención. Piensa que la jerarquía es sinónimo de orden y evitar el caos es justamente lo que nos permitirá seguir creciendo.
No sé si te voy a defraudar, pero es que no te quiero engañar: Aquí no encontrarás la piedra filosofal de las jerarquías corporativas ya que su forma variará según las características de la propia empresa y de los medios con los que ésta cuente. También dependerá de las personas que conformen la compañía. Será preciso tener en cuenta cuáles son sus puntos fuertes y flojos, cuáles son sus habilidades profesionales y personales, cuál es su capacidad de soportar y gestionar la presión y si tienen facilidad o no para superar y subsanar contratiempos.
En definitiva, no sólo será necesario tener en cuenta la morfología de la empresa propiamente dicha sino también a las personas que en ella se encuentran.
Ventajas de contar con una buena jerarquía corporativa
Lo cierto es que la gran ventaja de contar con una jerarquía es la cantidad de problemas que la empresa se va a ahorrar. Pero hay muchas más. Veamos cuáles son las ventajas más destacables:
Mejora la comunicación entre áreas. Porque permite establecer las mejores vías de comunicación para cada departamento ya que dependerá de la singularidad de cada uno de ellos determinar cuál es el momento y el canal más adecuado para cada caso.
Permite establecer los niveles de responsabilidad de cada uno de los integrantes de la empresa. De esta manera será mucho más fácil detectar errores antes de que sean fatales, es decir, que se podrán subsanar con más rapidez y evitar males mayores. En este sentido, la empresa podrá mejorar más, mejor y a mayor velocidad ya que habrá un control directo y periódico sobre cada uno de los procesos.
La toma de decisiones es mucho más rápida ya que no existirán dudas de quién es la persona a la que se deba acudir en caso de que fuese necesario. Y lo cierto es que sin consultas ni dudas se agiliza mucho el proceso.
Es una guía. No sólo en el momento de tomar ciertas decisiones, sino también cuando haya que depurar responsabilidades, explorar nuevas vías de crecimiento, etc.
Motiva a los trabajadores. Cuando existe una jerarquía los empleados se pueden hacer una idea de cuáles son las opciones profesionales que su empresa les puede ofrecer. De este modo, los trabajadores pueden verse motivados a alcanzar según qué puestos, y ello promoverá a que se esfuercen más y, por lo tanto, rindan más.
Organigrama
La jerarquía no debería quedarse en una acción meramente verbal sino que debería verse plasmada en un organigrama. Por si ahora no caes en lo que es esto, se podría resumir en que, básicamente, es la representación gráfica de este orden empresarial.
La función principal del organigrama es permitir que cualquiera que lo consulte lo entienda, vea qué personas conforman la empresa y cuáles son sus ámbitos de actuación, así como la relación entre personas y departamentos y los grados de responsabilidad de cada uno. Por lo tanto, tiene que ser un documento sencillo, fácil de entender, y que contenga la información necesaria para poder interpretarlo. Así que, al contrario de lo que algunos piensan, la creación de un organigrama no implica un aumento en la burocracia corporativa, muy al contrario, ya que su objetivo es facilitar y no obstaculizar.
Contar con un organigrama bien hecho permitirá evitar duplicidades tanto en funciones como en tareas, agilizando muchos procesos que tal vez hoy sean una fuente de conflictos. Además las responsabilidades de cada uno quedarán mucho más claras y la toma de decisiones será mucho más rápida porque, precisamente se agilizarán los procesos.
El respeto por el organigrama y la jerarquía empresarial
En definitiva, la cuestión es procurar que lo que se vea en el organigrama se cumpla y que las personas que lo componen realmente atiendan a sus obligaciones. Ni más ni menos.
¿Por qué crees que hago hincapié en algo tan obvio? Pues precisamente porque es bastante común encontrarse con empresas que le han dedicado mucho tiempo a la planificación de su jerarquía, han invertido tiempo y dinero en la elaboración de un organigrama perfectamente planificado y minuciosamente elaborado, pero que a la hora de la verdad todo el mundo ignora. Increíble, ¿verdad?
Pues es el caso de, por ejemplo, las personas que llevan cierto tiempo en una empresa. A veces olvidan que la antigüedad no les da más privilegios y que deben recordar cuál es su lugar y no comportarse como si hubiesen ascendido sin que realmente sea así.
Pero es que también es más común de lo que parece encontrar a directivos que ignoran su propio organigrama. Por ejemplo, cuando van cargando de responsabilidades a un empleado porque consideran que entiende mejor el entorno así como las tareas y los procesos. Sin embargo, no debemos olvidar la posición que tiene esta persona en la jerarquía corporativa. Por lo tanto, si la empresa considera que debe absorber más responsabilidades, también debería constar en el organigrama. Eso sin mencionar que el empleado se tiene que sentir recompensado por ello, claro. Si no se hace así, ¿qué sentido tendría haber invertido tanto tiempo y esfuerzo en crear este orden corporativo?
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