A nadie le gusta trabajar en un ambiente de trabajo tóxico u hostil. Pero ¿sabrías detectarlo? Y si ya lo tienes en casa ¿sabes cómo lidiar con él? ¿Cómo ponerle fin a esta situación tan desagradable? En el artículo de esta semana encontrarás todas las claves que necesitas saber para evitar el desastre.
Desventajas de contar con un ambiente tóxico
Desde luego la palabra tóxico no tiene ninguna connotación positiva y ningún empresario que se precie querría asociarla a nada que tenga que ver con su corporación. Pero consideramos importante hacer una pequeña reflexión sobre cuáles serían estas desventajas más notorias. Al fin y al cabo, repercuten directamente en la economía de la empresa. ¿Podemos evitar seguir perdiendo dinero?
La manzana podrida
¿Conoces el ejemplo de la manzana podrida? Sí, ese en el que se dice que si en una cesta hay una manzana en mal estado las otras se estropean mucho más rápido. Y es cierto, ya que las bacterias se propagan mucho más deprisa dando pie a que finalmente haya que tirar toda la fruta que contiene la cesta sin poder aprovechar ni una sola pieza. Desafortunadamente, contar con una ambiente de trabajo tóxico propicia este tipo de efecto dominó.
Efecto huidizo
Si encuentras en una puerta una señal de peligro tóxico, ¿entrarías? No, claro que no. Al menos no sin tomar precauciones. Pues exactamente lo mismo pasa cuando un ambiente de este estilo se convierte en lo habitual en una empresa. Nadie quiere formar parte de ello, por lo que la gente lo rehuye, lo evita y hace todo lo posible para no verse contagiado por el efecto de la manzana podrida. Vamos, es que no se arriesgan ni a meter la mano en la cesta para comprobar si queda alguna en buen estado porque saben que al final acabarán pringándose los dedos.
Mala fama
Las malas noticias vuelan y cuando se trata de una empresa hay que tener mucho cuidado con esto. La mayoría de compañías (si no todas) reservan una partida presupuestaria más o menos importante para la imagen de marca, la publicidad y el marketing. Pero cabe destacar que cuando se tiene un ambiente de trabajo tóxico se estará tirando todo, o gran parte de este dinero, directamente a la basura. Y es que el mal olor de la cesta de manzanas se nota desde fuera de casa y no atrae a nadie: ni a clientes potenciales, ni a proveedores que quieran protegerse de este tipo de entornos, ni a nuevos talentos ni a nadie que aprecie su integridad física y, sobre todo, mental.
5 indicios que indican que tenemos un ambiente tóxico en nuestra empresa
Evidentemente, para poder actuar y así poder evitar todo lo que hemos dicho, primero tenemos que ser capaces de detectar un ambiente tóxico. ¿Cómo? A continuación te damos algunas indicaciones básicas.
1. Absentismo
Un incidente, típico en caso de contar con un ambiente tóxico, es el absentismo laboral. Cuando los trabajadores no se encuentran cómodos en su puesto de trabajo pierden la motivación. Esto les puede llevar al punto de dejar de valorar los motivos por los que van a trabajar y dejar de hacerlo. Pero en la mayoría de los casos no es una cuestión tan evidente. Por ejemplo, nos podemos encontrar con repetidas citas médicas sin que exista una enfermedad que lo justifique, numerosos permisos personales, etc.
Evidentemente, si no conoces la situación personal de tu empleado es muy difícil hacer un seguimiento fehaciente de esas ausencias. Y mucho más, el poder valorar si están justificadas o no. Pero sí que son un punto en el que deberías poner tu atención e indagar si lo creyeras conveniente.
Por otro lado, también tenemos otro tipo de absentismo que no es precisamente físico. Se trata de aquellas personas que no pueden centrar su atención en sus tareas y que la suelen desviar hacia actividades que no tienen nada que ver, como por ejemplo la interacción en redes sociales. Es decir, que están de cuerpo presentes pero de mente ausentes.
Ambos tipos de absentismo son indicadores claros de una falta de motivación flagrante. Por supuesto, también son un claro síntoma de un ambiente tóxico de trabajo ya que pueden asociarse al estrés, a la depresión y a otros trastornos mentales justificados y lo suficientemente serios como para no acudir al puesto de trabajo (o no en las condiciones adecuadas). En cualquier caso, la comunicación interna y la escucha activa son armas muy efectivas para luchar contra esta lacra.
2. Desprotección del empleado
Otro motivo realmente desmotivante para el trabajador es el hecho de sentirse desprotegido. Y me refiero a no contar con una entidad o persona que pertenezca a la esfera interna de la propia empresa y a la que pueda acudir para presentar sus quejas o aportaciones, si se diera el caso. Si no se siente protegido, no se siente seguro. Si no se siente seguro, es más probable que esté a la defensiva. Si está a la defensiva, saltará más fácilmente y colaborará a propiciar el ambiente tóxico del que precisamente queremos huir.
Otro elemento que los hace sentir seguros es la posibilidad de promocionarse dentro de la empresa. Si cuentan con ello, sentirán que están en un puesto más estable y en que sus condiciones laborales son sensibles a mejorar con el paso del tiempo. Si no se cuenta con esto, muy probablemente acabemos por perder a ese trabajador, que se irá en cuanto encuentre una mejor opción.
3. Mala o la no comunicación
Si la comunicación interna es inadecuada, nos vamos a encontrar con otro tipo de problemas relacionados con informaciones incompletas, mensajes inadecuados o no del todo veraces, etc. Los responsables de cada sección y mucho más concretamente el máximo responsable deben ser muy claros cuando deban articular un mensaje. Es de cajón que sus empleados no tengan la capacidad de leerles la mente ni tampoco tienen por qué hacer interpretaciones entre líneas de lo que se les diga. Estas situaciones dan pie a muchos malentendidos, pérdidas de tiempo innecesarias y pérdidas económicas sin sentido. Además, dificultan y mucho la interacción entre equipos de trabajo.
4. Mal liderazgo y jerarquía confusa
Evidentemente, si el liderazgo no es bueno es muy difícil que la empresa funcione como se espera. Hay muchos directivos que usan un método bastante dictatorial y lo peor de todo es que no se dan cuenta de ello. El perfil que responde a este tipo de líder (o, mejor dicho, jefe) es el de una persona desconfiada, que toma todas las decisiones sin escuchar demasiado lo que le tenga que decir el resto y, por lo tanto, no suele ser la figura a la que los empleados acuden en caso de tener algún problema o inquietud. Una figura autoritaria que cumple con este perfil suele tener muchas inseguridades y utiliza su puesto de mando para reivindicar su posición de poder.
Por supuesto, el mal liderazgo es la piedra angular de la mala comunicación. ¿Eres de estos? Si no lo tienes muy claro tal vez deberías plantearte qué piensan tus empleados de ti. Si utilizan algún adjetivo o expresión como: dictador, irrespetuoso, que les miras por encima del hombro, que te adjudicas los méritos de tus trabajadores, que sólo tienes en cuenta el dinero, etc. Lo siento mucho pero parece ser que no eres considerado como un buen líder. Pero no te preocupes porque esto es algo que también se puede aprender. El primer paso es admitirlo y a partir de aquí podrás buscar una solución.
Otro factor fundamental es la cadena de mando o jerarquía. Si no está clara es muy complicado saber cuál es el rol de cada individuo dentro de la empresa, y esto da pie a confusiones, pérdidas de tiempo y, en definitiva, fugas económicas.
5. Mobbing, grupos de trabajo y falta de compromiso
En un ambiente tóxico el acoso laboral es muy común. La energía negativa se retroalimenta con acciones negativas y las malas relaciones con los compañeros son una gran fuente para ello. Este acoso se podría definir como la situación que provocan algunos trabajadores cuando intencionadamente impiden o dificultan la labor de algún compañero. Precisamente, por esta desconfianza y rivalidad es muy complicado encontrar equipos de trabajo. Es claramente visible detectar cómo los trabajadores se agrupan sin formar equipo, sino por afinidades personales que no aportan nada al conjunto de la empresa. En un ambiente así es fácil que haya chismorreos, envidias, falsos rumores e incluso enfrentamientos.
También está el tema de la falta de compromiso. Cuando nadie quiere llevar la batuta ante nuevas iniciativas, cuando aparecen problemas y nadie es el responsable, cuando no se alcanzan los objetivos establecidos o cuando no se respetan las normas básicas de convivencia empresarial, como podrían ser la hora de entrada y salida, la prohibición de fumar o comer en el puesto de trabajo, por ejemplo. Todos estos son síntomas de una falta de compromiso. Y es que llegados a este punto, los trabajadores no entienden lo que representa trabajar para una corporación como la tuya; han perdido el foco totalmente.
Maneras de lidiar con estos 5 síntomas
A grandes males grandes remedios. Siguiendo el orden anterior vamos a ver qué hacer en cada una de las situaciones:
1. Motivación
¿No me digas que no sabes que un trabajador motivado rinde más? Pues sí y además está probado científicamente. Pero es que no es solo eso… Es que además una persona motivada acude a su puesto de trabajo con una energía distinta: está más colaborativo, más dispuesto a escuchar, a trabajar en equipo, a enfrentarse a posibles adversidades, etc. Y lo mejor es que eso también se acaba contagiando.
Supongo que estarás pensando que la motivación tiene una relación directa con el salario. Si es así, te sorprenderá saber que no siempre es el caso. De hecho, existen motivaciones muy diversas como por ejemplo: el sueldo (por supuesto), que al trabajador simplemente le guste mucho su trabajo y disfrute haciéndolo, que la empresa le permita hacer unos horarios que pueda compatibilizar con su vida personal, que tenga la posibilidad de crecer dentro de la empresa, etc. Como cada caso es distinto es necesario conocerlos para poder motivarlos adecuadamente.
2. Plan de promoción
Tarde o temprano nuestros trabajadores tendrán la necesidad de dar un paso adelante. ¿Tu empresa se lo permite? A veces se trata de un aumento de responsabilidades (acompañado de una compensación económica proporcional, por supuesto), de un ascenso o de poder acceder a una formación que les permita cambiar de departamento, por ejemplo. Analiza las probabilidades que estás ofreciendo a tus empleados y piensa qué podrías hacer al respecto.
Las empresas que no cuentan con un plan de promoción suelen percibirse de una manera negativa. ¿Por qué? Porque el trabajador que tenga un mínimo de ambición laboral tarde o temprano se verá como una pieza entre muchas a la que no se le da importancia. Esto lo desmotivará y propiciará su marcha. Probablemente estemos hablando de alguien muy talentoso y habrás dejado escapar un diamante en bruto por no haberle ofrecido aquello que buscaba en ti y en tu empresa.
3. Comunicación activa
Lo ideal es contar con un plan estratégico de comunicación interna en el que se realicen acciones concretas para conseguir unos objetivos corporativos preestablecidos, pero si no estás habituado a trabajar este tipo de procesos te recomendamos que empieces con la comunicación bidireccional. Es decir, que comiences a escuchar a tus trabajadores (nota que hemos dicho “escuchar” y no “oír”, que son verbos parecidos pero no implican el mismo significado), que tomes nota de lo que te digan y que, si consideras que hacen aportaciones válidas, que las apliques (aunque sea parcialmente) y que incluso les premies por ello.
Otra acción que deberías llevar a cabo desde ya para destruir ese ambiente tóxico, es la de establecer protocolos de comunicación. Para que las personas que forman parte de tu equipo trabajen bien es preciso que se comuniquen habitualmente. De esta manera podrán coordinar mejor sus tareas y así evitar pequeños obstáculos que al final van generando ese ambiente cargado, que precisamente queremos evitar.
4. Jerarquía y liderazgo
Como ya hemos podido ver, el buen liderazgo es fundamental para evitar un ambiente tóxico. Y es que si la persona al frente de la empresa es el primero en implantarlo muy difícilmente sea capaz de erradicarlo en sus trabajadores. Por eso te animo a que converses con ellos, a que te acerques a ellos, que no te vean como alguien lejano, inalcanzable, sino alguien que está ahí, codo con codo con ellos, alguien con quien pueden contar y no alguien a quien temer.
Aunque la parte alta del organigrama esté bien definida no debes parar aquí. Si la jerarquía de tu empresa tiene varios niveles, debes asegurarte de que estén bien definidos y evitar perder el tiempo tanto a los nuevos que acaban de empezar como a aquellos que no entienden muy bien cuál es su posición dentro del entramado corporativo. Este paso también solucionará parte del problema de desprotección, ya que un organigrama y unos protocolos claros ayudarán a entender dónde o a quién dirigirse cuando surja cualquier eventualidad.
5. Generar identidad corporativa
La empresa debe dejar claro desde el minuto 1 cuáles son las normas de funcionamiento. Tambien deberías defender el respeto como uno de los valores fundamentales para la convivencia en el trabajo. Si ya tienes montado el patio de instituto debes romper con ello dejando claro que a la empresa se acude a trabajar y que no hay lugar para reyertas personales. También tienen que tener claro que tanto las buenas como las malas acciones tendrán consecuencias (positivas o negativas, según sean las acciones) y que se aplicarán si se diera el caso.
Por otro lado, también es posible limar asperezas a través de actividades extralaborales. La empresa debería organizar eventos en los que los empleados pudieran interactuar de una manera más distendida. Así, ellos mismos descubrirán afinidades más allá del compañero de al lado.
El objetivo de estas actividades suele ser que se conozcan entre ellos, pero también que empiecen a generar esa identidad corporativa que les hará sentir parte de algo mayor: la empresa. Si se llega a este punto habremos conseguido uno de los grandes hitos de la comunicación interna. Verás cómo se sentirán orgullosos de pertenecer a tu empresa. Será algo mágico, porque habrás conseguido que sientan que la compañía de la cual forman parte es también un poquito suya.
Conclusión
En definitiva, un ambiente tóxico de trabajo es un nido de problemas ya que afecta a las personas que lo respiran a nivel físico y mental. Y lo peor de todo es que normalmente esta toxicidad se traslada a la esfera externa de la empresa y al ámbito personal de cada uno. Este caldo de cultivo da pie a crear una sinergia negativa que da mala fama a la compañía y que provoca infelicidad en las personas.
¡Nadie quiere formar parte de un núcleo así! Así que, si identificas alguno de estos síntomas, te recomiendo que muevas ficha hoy mismo y evites males mayores. Da el paso ya y empieza a trabajar para tener una comunicación interna sana y conseguir el efecto contrario.
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