Hablemos de compromiso… ¿Estás rodeado de personas que vienen hacen sus 8 horas y se van? ¿Te da la sensación de que cuando les pides algo fuera de lo común es como si les estuvieras pidiendo que te donasen un riñón? ¿No tienen reparos en pedirte un aumento de sueldo cuando ellos no hacen más que lo justo y necesario? Si esto es lo habitual en tu entorno de trabajo, te animo a que te quedes porque el contenido de hoy, sin duda, te va a interesar.
Hoy vamos a indagar en el motivo por el cual no conseguimos un mayor grado de compromiso por parte de nuestros empleados y colaboradores. Ya te aviso ahora que el contenido de hoy puede herir sensibilidades, pero si quieres mejorar las cosas en tu empresa, será preciso que hagas un ejercicio de humildad y, como mínimo, te quedes hasta el final para que puedas reflexionar sobre lo que hoy te voy a contar.
Es muy típico de nuestra cultura el echar balones fuera cuando algo no nos gusta. Y eso implica que no solemos asumir nuestra responsabilidad. Somos expertos en echar las culpas a nuestro entorno, a las personas que nos rodean, a la crisis, a la pandemia… Y no digo que todo ello no influya en tu situación, porque seguro que lo hace, pero hay algo que siempre podrás elegir y es la actitud que adoptas.
Cuando un trabajador no hace bien su trabajo, lo más fácil es enfadarte, darle una reprimenda o incluso ridiculizarlo gritándole delante de los demás. Si eres un neolíder, por favor, no te escandalices porque mucho me temo que estas prácticas siguen activas y mucho más de lo que crees. Si aún no lo eres y no sabes qué es esto, no te preocupes porque estás en el buen camino para hacer ese cambio. Sigue en mi canal y poco a poco descubrirás que es ser un neolíder.
Volviendo al tema… Está claro que cuando llevas a cabo estas prácticas generas mal ambiente. Y no sólo eso, sino que además conllevan una serie de consecuencias que estoy segura que no te van a gustar: desmotivación, poco compromiso, caras largas, malas contestaciones, tensión, baja eficiencia, ausentismo… ¿Te suenan? Pues si es así, tal vez debas dar tú el primer paso para cambiar las cosas, ya que muy probablemente hayas sido precisamente tú el detonante de esta situación que no te gusta nada.
El problema de base sobre el compromiso
“¡Pero si yo he entrado a ver este vídeo porque estoy hasta el moño de algunos! ¡El problema son ellos, no yo!”
Entiendo que he empezado dándote un golpe bajo y espero que me disculpes por ello. Pero piénsalo bien. ¿Crees que si cambiaras la manera que tienes de tratarles notarías cambios también en ellos? ¡Pues claro que sí! Es más, ponte en su lugar e imagínate cómo sería aguantar a un jefe como tú y encima hacerle el papelón cada día durante toda la jornada. Según cómo te las gastes podría ser misión imposible, así que, ya te digo ahora que previsiblemente no lo llevarías demasiado bien.
A ver, te lo planteo desde otra perspectiva. Si el objetivo primordial de tu empresa es generar dinero y el resto va después, tenemos un problema de base. Está claro que tu empresa no es una ONG, sino que tienes que poder amasar cierta cantidad de dinero para pagar nóminas, gastos fijos, gastos variables, etc. Pero no olvides que el dinero no es lo más importante de tu empresa. Y no pongas esa cara, que es así. A ver… ¿no adivinas lo que debería estar en lo más alto de tu lista de prioridades, incluso por encima del dinero? Las personas.
No dudes nunca de que lo primero son siempre las personas; ya sean pertenecientes al ámbito interno de tu compañía o al externo. Tu empresa existe gracias a ellas; ya sea porque te compran o bien porque consiguen que la maquinaria funcione. Ellas son las piezas clave de todo. Sin las personas podrías tener la empresa que quisieras, pero no tendría ninguna razón de ser y sería totalmente estéril. O sea, que si no estás poniendo el foco en lo que realmente importa, es normal que las cosas no vayan como te gustaría.
“Sí, claro… ¡Vacaciones pagadas para todos! No te fastidia…”
No te rías, pero tampoco descartes la idea porque mala no es. Pero claro, para llegar a ese punto primero hay que alcanzar otros. Y te digo más, tener contentos a los empleados no siempre se consigue mediante un cheque bancario. Y para que vayas abriendo boca, te dejo aquí un artículo sobre el salario emocional que creo que te puede ser muy útil en este aspecto.
La gestión del tiempo
Sé que te pasas el día apagando fuegos y salvando vidas, que te pasas la jornada corriendo y que si es necesario hacer 16 horas las haces. Sé que te sacrificas por la causa y que sacrificas muchas cosas para que todo esto tire adelante, pero esto no puede ser sano y lo sabes. Y es normal, porque eres quien tiene un mayor compromiso para con tu empresa. Pero mucho me temo que llegará un momento en que tendrás que parar. Y entonces, ¿qué harás?
Las personas que trabajan junto a ti están ahí para ayudarte en tu gestión, para ejecutar tareas pero también para que, si se lo permites, les dejes ayudarte en lo que necesites. ¿Les has dado la oportunidad de hacerlo? ¿Cuántas reuniones de coordinación haces al mes? ¿Ellos saben cuáles son los objetivos a corto y medio plazo? O más importante, ¿los tienes claros tú? Bueno, puede que estos sí, pero ¿qué me dices de los objetivos a largo plazo; de la misión de la empresa? ¿Ya te la has planteado? ¿La has llegado a compartir con alguien? ¿Sí?
En cualquier caso, si no eres capaz de delegar, nunca tendrás tiempo, siempre estarás apagando fuegos y nunca serás capaz de atender a esas personas que ya hemos comentado que son las piezas fundamentales de todo el engranaje corporativo. Crea espacios de diálogo, escúchales, valora sus propuestas, infórmales de cómo están las cosas, de cuáles son los objetivos semanales, etc. Cuanto más sientan que cuentas con ellos, más fácil será que se sientan parte de la empresa y que crezca su compromiso y su sentido de pertenencia. Pero si no tienes tiempo para las personas que están junto a ti, ¿cómo vas a tener tiempo de pensar en objetivos a largo plazo? ¿No estás cansado de ir como pollo sin cabeza? Vamos, dale un par de vueltas…
El perfil del empleado
Lo cierto es que la mayoría de empresarios de pequeñas y medianas empresas contrata a personas ejecutoras, por lo que tienen muy en cuenta cuáles son sus habilidades técnicas. Sin embargo, y tal y como te cuento aquí, éste es un planteamiento erróneo. O, por lo menos, no es del todo válido para los tiempos que corren. Principalmente, tienes que considerar el tipo de persona que contratas. Ten en cuenta que vas a convivir con ella gran parte del día y, por lo tanto, es mejor que vayáis en línea. Por eso, te aconsejo que intentes conocerla en el proceso de selección y que identifiques si te encaja o no.
¿Que no tiene las habilidades técnicas necesarias? Pues tampoco es tan grave; ya las aprenderá en tu empresa, ¿no te parece? No contrates con la idea de que mañana empiece a ser productivo porque, por muchos años que lleve en el sector, no se adaptará a su nuevo puesto hasta pasado un tiempo. Así que puestos a invertir tiempo, mejor hacerlo con una persona que encaje con el resto del engranaje, ¿no te parece?
Al final, tienen que ser más que meros robots ejecutores. Porque si los tratas como si fuesen eso, que después no te extrañe que ellos se desconecten del todo cuando salgan y les dé lo mismo ocho que ochenta una vez acaben su jornada. Tanto das, tanto recibes, ¿no? Ya ves que es lo contrario a lo que buscas: compromiso.
El sentido de la responsabilidad
Quiero volver a hacer hincapié en el tema de la responsabilidad. Ya te he dicho antes que en este país tenemos por costumbre escurrir el bulto y echarle las culpas a cualquier otra cosa que no seamos nosotros mismos. Y lo hacemos desde pequeñitos: que si suspendo porque el profesor me tiene manía, que si los de mi clase me dan de lado porque son unos amargados, que si mi novia o novio me deja porque no tiene ni idea de lo que quiere, etc. Y vamos pasando los años de nuestra vida eludiendo la responsabilidad de lo que nos pasa.
No asumirla, se supone, que nos protege a nivel mental, pero también nos convierte en víctimas. Sí, en víctimas. Porque sufrimos los daños causados por las irresponsabilidades de otros y eso también nos priva de encontrar una solución. La víctima no puede hacer nada, por eso se la llama así. Pero que seas una víctima no es más que una elección y la puedes cambiar con tu actitud.
Es decir, si tomas el perfil responsable, si asumes que suspendes porque no clavas los codos como deberías, que tus compañeros te están dando de lado porque tienes muy mal genio y que tu novio o novia te dejó porque no le has tratado como deberías; entonces tu posición cambia. Ya no eres víctima, sino responsable y eso, a su vez, te da el poder de cambiar las cosas. ¿Que no te gustan? Pues piensa en cómo podrías cambiarlas. ¿Qué deberías hacer para tomar ese camino que crees que es el adecuado? ¿Qué te impide que lo hagas? Adelante, no tengas miedo. Hacerte responsable no te debilita, al contrario: te da el poder de decidir.
Sé que esto de hoy ha sido duro, que has venido buscando la fórmula mágica para encontrar el compromiso de tus empleados y colaboradores y te has encontrado con que todo empieza en ti. Sé que puede que incluso sientas rechazo a todo o casi todo lo que has oído aquí. Pero si has llegado hasta este punto quiero darte la enhorabuena. De verdad.
Tal vez todavía no seas un neolíder, pero está claro que quieres cambiar las cosas y eso es la base para serlo en el futuro. Tal vez todavía no seas el tipo de líder que quieres ser, pero está claro que has tomado una decisión. Relee atentamente cada uno de los puntos que hemos tratado hoy e intenta cambiar algunas cosas. No quieras hacerlo todo de golpe, pero ves haciendo pequeños cambios que estoy segura que poco a poco te darán frutos. ¿Quieres más compromiso por parte de tus empleados? Pues dales la oportunidad de implicarse.
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