Estaremos de acuerdo en que todas las empresas van haciendo camino. Lo har ya sea de mejor o peor manera, pero todas intentan seguir adelante a pesar de las piedras con las que puedan ir tropezándose. Para conseguirlo, es imprescindible evitar caer en las 3 malas prácticas que hoy te quiero presentar.
Como sabes, un buen líder, por otro lado, también debe darse cuenta de cuándo surgen problemas en su equipo. Debe buscar una solución para evitar que vayan a mayores o que éstos interfieran negativamente en la sinergia que generan trabajando juntos. Así que, para contribuir con esta solución hay 3 malas prácticas que debes conocer y evitar a toda costa.
3 malas prácticas que debes evitar:
1. El silencio
Lo que pasa si lo aplicamos:
Imagina que has tenido un problema con un cliente importante y éste ha decidido no pagarte hasta más adelante. Si tu empresa es pequeña, probablemente eso implique que este mes no tengas suficiente dinero para pagar las nóminas. Imagina que decides callar y no comentar nada con nadie porque crees que hay una solución alternativa y que no es necesario alborotar el gallinero. Pero los días pasan, la fecha de cobro también y se empieza a generar un malestar en la empresa que provoca murmullos, habladurías, rumores, etc. Se trata de toda una serie de ruido que no ayuda en la percepción corporativa de los propios trabajadores. Además, se convierte en algo que no para de entorpecer la producción normal de cada uno de ellos.
En un panorama en el que el desánimo se va apoderando de la situación, la motivación baja exponencialmente y poco puedes hacer para evitar el declive; no les puedes exigir que trabajen duro cuando eres la primera persona que les ha fallado.
Si llegados a este punto no haces nada, será una situación que te provoque un gran estrés porque cada vez te será más difícil cumplir con objetivos corporativos, seguir teniendo un buen nivel de ingresos y, por lo tanto, generar los beneficios que salvarían la situación. Ya no sería cuestión de encontrar una fuente de ingresos alternativa para paliar el daño causado, sino de que todos entiendan que vais en el mismo barco y de que si se hunde os iréis todos a la deriva.
Por este motivo, el silencio es considerada la peor de las malas prácticas.
Lo que pasa si renunciamos a esta mala práctica:
Ahora imagínate en la misma situación, pero con la diferencia de que decides convocar una reunión o asamblea (dependiendo de la morfología de tu empresa) para comunicar a tus empleados cuál es la situación. Sin intermediarios. Dando la cara y dejando claro que es un problema de la empresa que os afecta a todos. Pidiendo paciencia. Respondiendo a sus dudas y miedos. Incluso, pidiendo su creatividad para aportar ideas que os permitan salir del bache más rápidamente. Tal vez te parezca un poco osado, pero ¿puedes llegar a imaginarte cómo se sentirán ellos?
Si optas por esta vía te ahorrarás los falsos rumores, el mal ambiente generado por la incertidumbre, no tendrás que ir “escondiéndote” para evitar dar la cara porque ya lo habrás hecho, etc. Y lo mejor de todo: a pesar de los pesares tendrás tu consciencia más tranquila.
En cuanto a los trabajadores, seguramente no saldrán dando saltitos tras recibir tan malas noticias, pero al menos sabrán lo que hay y se irán con la sensación de que su jefe está haciendo todo lo posible por solucionarlo. Es más, los que de verdad tengan un sentimiento de implicación con tu empresa serán los primeros que se te acercarán con ideas y posibles soluciones. Contar con estos trabajadores comprometidos no te exime de continuar buscando soluciones, por supuesto. Sin embargo, lo que te digan puede ser tan sorprendente como aplicable; así que te aconsejo que les escuches.
Con este segundo escenario evitarás tener una plantilla que vaya cebando un problema como si fuese una bola de nieve a base de miedo, incertidumbre, rumores y suposiciones. Piensa que estas bolas suelen crecer sin control y pueden llegar a aplastar todo lo que encuentren en su camino.
2. El “pasapalabra”
Aunque es una mala práctica muy parecida al silencio no es exactamente lo mismo. En este caso, eres consciente de que debes dar explicaciones cuando se presenta un problema importante que afecte al conjunto empresarial, pero decides dar información confusa. Tal vez optes por contar medias verdades, tal vez inventándote una situación que no existe para justificar el problema,… pero sin asumir las responsabilidades que realmente deberías. Otra práctica muy común es echar balones fuera y hacer que sea otro el que asuma la culpa. O también alegar que no sabes los motivos de según qué, por ejemplo. Dicho de otro modo, sí que estarás dando respuesta a tus empleados, pero no las suficientes o no las reales.
Si decides proceder así, posiblemente sea porque tengas el convencimiento de que con eso que les has contado ya tengan suficiente información. Que dichos argumentos te proporcionarán tiempo para resolver el conflicto. Que de esta manera te ahorrarás la vergüenza o el mal trago que te pueda suponer que se sepa la verdad y evitar asumir públicamente tus propios errores. Pero ¿qué harás si la situación se alarga y los empleados se empiezan a dar cuenta de que la versión que les diste hace aguas? Entonces tendrás un problema doble: ya no sólo tendrán la sensación negativa de que les han tomado el pelo sino que además perderán la confianza que tenían en ti. No se me ocurre nada más grave para un líder. La confianza cuesta mucho ganársela y muy poco perderla. Y, además, cuando se pierde es muy difícil de recuperar. Además, en el caso de un líder, también pierdes credibilidad y autoridad. Esto implica que cualquier cosa que digas a partir de entonces será puesta en duda; sin importar se algo positivo o negativo.
La pérdida de confianza y la pérdida del respeto están separadas por una línea muy delgada que es muy fácil de traspasar cuando existen situaciones tensas. Así que esta mala práctica no es algo que debas pasar por alto.
3. La incertidumbre
No hay cosa que nos de más miedo que aquello que no conocemos. ¿Sabes por qué? Pues porque cuando tenemos una laguna de conocimiento nuestro cerebro y nuestra imaginación toman el control y llenan ese vacío. Y déjame recordarte que la imaginación humana no conoce límites.
La incertidumbre es un efecto colateral de las otras dos malas prácticas: la dirección de la empresa no da explicaciones ante una situación complicada o problemática o si las da es ambigua o se esconde tras una mentira o media verdad. Cuando las cosas no están claras la imaginación de la plantilla empieza a volar y aparecen teorías que podrán tener más o menos aceptación entre los demás, predicciones sobre cómo desembocará la situación, elucubraciones sobre cuál será el siguiente paso, etc. Y si el trabajador llega a la conclusión de que no vale la pena continuar en esa empresa buscará la manera de marcharse. Y no dudes en que si la cosa no mejora, tarde o temprano lo hará.
Estoy segura de que cada uno de tus empleados es para ti como una joya de coleccionista, siempre y cuando cuentes con una plantilla que consideres bien seleccionada. Por lo que no creo que te haga gracia que se vayan por un asunto como los que hemos mencionado. Date cuenta de que podríamos estar ante una fuga de talentos muy importante provocada por una situación de incertidumbre descontrolada y provocada por cualquier detalle que desate un malestar general. Si contases con una buena comunicación interna, detectarías estas situaciones rápidamente y tendrías un margen de maniobra más que generoso para evitar llegar a estos extremos. Si no cuentas con esta herramienta, probablemente ni siquiera entiendas a qué se deba el malestar. Dicho de otro modo: verás cómo tus empleados cualificados, los que saben cómo funciona todo, los que te permiten generar beneficios; se irán descontentos y no acabarás de entender por qué.

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