De verdad: Piensa en grande. No importa que seas el líder de una empresa que no tenga más de 20 trabajadores. Pero que seas una PYME no debería ser sinónimo de pensar en pequeño. De hecho, es importante pensar en grande para poder crecer. Por ello, es fundamental que tengas referentes de gran calibre como Google, Facebook, Amazon o cualquier otra gran empresa de tu sector. Porque si lo que hacen les funciona, ¿por qué no hacerlo tú?
Pero antes de empezar a pensar en grande (como debe ser), me gustaría hacerte un planteamiento. Piensa en cuál es la gran empresa que tienes como referente. Ahora piensa en tu empresa tal y cómo es hoy. ¿Se parecen en algo? No te preocupes. Es normal que en estos momentos haya una diferencia tremenda. Pero qué te parece si echamos la vista atrás y te pregunto: ¿crees que en el último año tu empresa ha cambiado en algo para parecerse a ese referente? ¿Y si miras tres años atrás? ¿Y cinco?
No conozco tu caso en concreto, pero muy probablemente la cosa no haya cambiado mucho, y estoy segura de cuáles serán las excusas que te puedan venir a la cabeza: “no tengo tiempo de fijarme en esas cosas”, “tengo cosas más importantes que hacer”, “no tengo recursos para hacer lo que hace mi referente”, bla bla bla… Toda esa palabrería no son más que excusas y hoy quiero darte las herramientas básicas que necesitas para pasar de pensar en grande a empezar a tomar la acción necesaria para serlo.
Cuando pensamos en las grandes corporaciones como referentes nos pueden parecer hitos inalcanzables porque facturan millones, tienen sucursales por todo el mundo, son grandes franquicias o lo que se te pase por la cabeza. Pero hay algo que todas ellas tienen en común y que además comparten contigo: antes de ser lo que son, fueron una idea en la cabeza de alguien.
No olvides que todos los caminos se empiezan con el primer paso y por mucho que ahora veas un gran gigante, en su momento también fue un bebé. Elige la compañía que quieras. Del sector que más te interese. No importa. Todas empezaron de cero y fueron probando cosas, equivocándose, aprendiendo de sus errores y evolucionando.
El emprendedor
¿Sabes quién era Steve Jobs? Exacto, fue el fundador de Apple. Jobs revolucionó el mundo con su iPod, pero hasta llegar ahí pasaron muchas cosas. ¿Sabías que cuando empezó lo hizo en un garaje junto a un amigo y con un presupuesto ridículo? ¿Sabías que ni siquiera terminó sus estudios? Piénsalo bien: un joven que no tiene estudios ni dinero y que se mete en una inversión que no sabe dónde le va a llevar. Ahora lo vemos muy fácil porque sabemos el resultado, pero si tu hijo, tu primo o un amigo cercano te dijera que va a hacer esto, en algún punto de tu cabeza pensarías “está loco”.
Alguien me dijo una vez que los emprendedores tenemos que tener un punto de locura para atrevernos a hacer cosas que los demás no osan. Y no podría estar más de acuerdo, la verdad. Tenemos que arriesgar un poco porque si esperamos a que llegue el momento perfecto, nos pasaremos la vida esperando. ¿O es que no sabes que la perfección no existe? Pues, de igual modo, ese momento tampoco llegará. Siempre habrá algo que lo enturbie, que nos permita pensar en una opción para seguir esperando y así hasta que ya sea demasiado tarde. Entonces, nos arrepentiremos de no haber dado el paso. Pero las lamentaciones no nos ayudarán a avanzar.
Por ejemplo, ¿sabías que la idea de red social que más tarde se transformó en Facebook no salió de la cabeza de Mark Zuckerberg? Pues no, la idea no fue suya, pero a diferencia de la persona que la tuvo, él decidió arriesgar, tomar acción y le salió bien. Ahora es uno de los hombres más ricos del planeta y es mundialmente conocido por Facebook porque aunque no fue su idea sí fue su obra.
Cuando pases del plano mental al plano físico habrás dado el paso más importante: el primero.
El empresario
Cuando emprendes, como bien sabes, existen mil y una cosas para las que nadie te prepara: impuestos, facturación, venta, marketing, gestión de redes, contratación, colaboraciones, negociaciones, agenda, planificación, objetivos y mucho más. Esto de trabajar para ti es mucho más que saber un oficio y empezar a ejercerlo libremente. Lo cierto es que detrás de esa fachada que todos podemos ver hay un montón de cosas más que nos atan al trabajo a un nivel que, tal vez, no hayamos llegado a entender antes de empezar a andar por este camino.
No te asustes. Si eres autónomo eres tu propio jefe y deberías tener potestad para decidir hasta dónde quieres llegar. El problema es que muchos se convierten en esclavos de sí mismos y crean empresas que no funcionan si ellos no están ahí. Mantén el foco. Recuerda que ya no eres un trabajador raso, eres el que toma las decisiones en tu empresa. Y tendrías que destinar tu energía a gestionar esa máquina corporativa que has creado y, sobre todo, a hacerla evolucionar y crecer.
“Si no atiendo a mis clientes, ¿cómo quieres que facture?”
Está claro que sin ventas no vas a recibir el dinero que necesitas para mantener a flote tu empresa. Pero si te centras exclusivamente en hacer la parte ejecutora, entrarás en un bucle del que te costará mucho salir. Tu vida se reducirá a tu trabajo y el resto de los factores pasará a un segundo e incluso tercer plano. Así que la solución está en delegar.
Delegar
Todas aquellas tareas que pueda hacer otra persona por ti, ves delegándolas. De hecho, si realmente piensas en grande, deberías considerar delegarlas todas y disfrutar más de tu tiempo. Eso sería la leche, ¿no crees?
No, en serio. Retoma el tema de tu referente corporativo. ¿Cómo te imaginas que vive su director general o su fundador? Ahora piensa en cómo vives tú – siempre en relación a la empresa, eh. – Pues si ese es tu referente y tu situación actual no se le parece, deberías pensar en qué debes hacer para empezar a cambiarla. Porque, en definitiva, lo que tú quieres es encontrarte en una situación como la de esa persona, ¿no? Pues algo falla.
No quieras hacerlo todo hoy. No quieras empezar mañana con un plan de rutinas totalmente nuevo. Eso sería un error. Ves implementando pequeños cambios y comprobando que realmente son adecuados para el punto en el que te encuentras. De esta manera, poco a poco, harás cambios que irán transformando tu empresa en esa que quieres que sea en el futuro.
Pero no todo son malas noticias. De hecho, estoy convencida de que hay tareas que ya has empezado a delegar. O bien porque no tienes tiempo para hacerlas, o bien porque directamente no sabes hacerlas. Podríamos referirnos al tema contable, al tema de administración web, diseño gráfico, gestión de redes sociales, imagen de marca… “Sí, pero eso son cosas puntuales, no del día a día”. Cierto, pero delegarlas te ha permitido despreocuparte y centrarte más en aquello que te interesaba, ¿o no? Pues, volviendo al tema de mantener a flote la empresa, tal vez deberías pensar en qué puedes ir delegando y probar a ver qué pasa. Y recuerda: si esperas al momento perfecto, te pasarás la vida esperando.
Pensar a largo plazo
Si todavía estás en una etapa ejecutora, en la que tú lo haces prácticamente todo, te habrás dado cuenta de que las 24 horas del día no son suficientes. Y es que la dirección de una empresa puede llegar a ser algo muy complejo. Cuando tienes trabajo y no tienes a nadie que te ayude a hacerlo, es muy fácil pensar a corto plazo. ¿Qué digo a corto plazo? A plazo inmediato. De ahora para ya. Te pasas el día apagando fuegos, salvando vidas. Y al día siguiente más de lo mismo. ¿Te suena?
Esta es la consecuencia más habitual de los empresarios que no tienen en cuenta una planificación a medio o largo plazo. ¿Quieres tener una empresa tan rentable como la de Jeff Bezos? Pues deja de hacer cosas que no te acercan a ese objetivo y centra tu energía en planificar cambios y acciones que te permitan avanzar. Aunque sea despacito, pero sin dejar de hacerlo.
Recuerda: piensa en grande. Si sabes dónde quieres llegar, es cuestión de que determines qué hitos debes alcanzar para llegar allí. Qué debes hacer. Cómo. Qué cambios deberías implementar. Y con toda esta lista de tareas, pasar a la acción. Es más, de manera periódica, deberías revisar que sigues avanzando. Que no estás estancado. Que no has vuelto a tu rutina anterior. Tener el foco puesto en un objetivo que no sea de ejecución inmediata, te ayudará a dejar de apagar fuegos que no te llevan a ninguna parte (aparte de lo que ya conoces) y que poco a poco te acercarán a la empresa que quieres y que todavía no tienes.
Piensa en grande y vive a cuerpo de rey
Piensa en grande te podrás permitir salir del bucle que te esclaviza. Te permitirá facturar más, tener más tiempo y, en definitiva, disfrutar más de aquello que tú prefieras. ¿Un sueño hecho realidad? Tal vez… Depende de lo que sueñes. Pero una cosa quiero decirte, y es que el hecho de que delegues (incluso aunque lo delegues todo), no implica que no hagas nada. Antes de llegar a ese punto, te va a tocar trabajar mucho, poner a funcionar esa materia gris que tienes en el coco, equivocarte muchas veces y sobreponerte a cada una de ellas para probar una cosa distinta. Pensar en grande es maravilloso. Puedes conseguir lo que te propongas. De verdad. Pero tienes que estar dispuesto a recorrer el camino. Así que dime: ¿lo estás?
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