Cuando pasa algo a tu alrededor que no te gusta, tienes 2 opciones: o te pones en plan víctima, a la defensiva y diciendo algo así como “no puedo hacer nada y mira que mal estoy”, o decides aceptar tu parte de responsabilidad y actuar en consecuencia. ¿Eso qué implica? Esto quiere decir que entiendes que no eres inocuo y que tus acciones tienen una repercusión en tus resultados y también en los elementos que conforman tu entorno.
Para ilustrarlo un poco mejor te pongo un ejemplo. Imagina que tu empresa no se ha sabido digitalizar y ves cómo las ventas caen en picado a lo largo de este tiempo de pandemia. En este caso te vuelvo a plantear las mismas dos opciones que tienes: ¿crees que todo esto es culpa de la pandemia y que te vas a la ruina porque es algo contra lo que no puedes luchar o te parece que es más lógico pensar que el problema real ha sido que no has sabido adaptarte al cambio?
Puede que me digas: “hombre, Maribel, pues un poco las dos cosas…”
A ver, piénsalo otra vez. Hace años que hablamos de digitalización, de lo importante que es tener presencia en el mundo online, del impacto que tiene la globalización del mercado. ¿De verdad crees que esto te ha pillado por sorpresa? Lo cierto es que la pandemia nos ha venido de golpe, eso es así, pero el efecto que ha tenido en el mercado ha sido que ha acelerado todo el proceso de digitalización. Así es como ha sido posible el aumento de las compras online, del teletrabajo y la implementación de herramientas que todavía no se usaban en entornos laborales, por ejemplo. Sí que es verdad que este virus nos ha pillado desprevenidos y es algo que no podrías haber evitado. De hecho, hay muchas cosas en esta vida sobre las que no puedes influir, pero siempre puedes decidir cuál va a ser tu actitud ante estas adversidades.
Una lección de aprendizaje
En este país no estamos acostumbrados a equivocarnos. Siempre buscamos el hacer las cosas bien a la primera, pero nadie nace enseñado y para aprender algo de verdad no basta con que te lo expliquen, sino que también tienes que vivir la experiencia y eso implica la posibilidad de errar. Pero el hecho de cometer errores no debería ser algo negativo, sino como una oportunidad de aprender cómo hacerlo mejor la próxima vez. Muchas de las frustraciones que sentimos son culturales, a causa de este rechazo que sentimos al creer que hemos fallado en algo o a alguien cuando en realidad tendría que ser una oportunidad de la cual aprender. Al final, y como te he dicho antes, tú eliges qué actitud quieres adoptar.
Siguiendo este hilo y retomando el tema de la responsabilidad, vamos a ver un ejemplo en un contexto laboral. Si tienes un conflicto entre trabajadores, puedes interceder intentando buscar una solución o dejar que se arreglen entre ellos. Es decir, buscar la manera de formar parte de la solución o no. Sin embargo, hagas lo que hagas, es muy probable que haya una consecuencia directa con su productividad.
“Entonces, ¿qué sentido tiene?”
Pues si no intervienes, muy probablemente adoptarás ese rol de víctima y pagarás tu frustración con ellos. Si, por el contrario, consideras oportuno tomar un rol activo en la situación, querrá decir que entiendes que lo que pasa en el entorno laboral también tiene que ver contigo y que es probable que puedas hacer algo que esté en tu mano para eliminar ese problema o, como mínimo, atenuarlo. Si aún así, las cosas continúan sin funcionar, tendrás la paz mental de saber que hiciste lo que pudiste y deberás tomar nota de dónde empezaron a fallar las cosas para evitar que la situación se repita en el futuro.
La posición más cómoda
Está claro que lo más fácil es tirar balones fuera, adoptar la posición de víctima y apuntar con el dedo a otras personas. ¿Qué baja la facturación? Es que los comerciales cobran demasiado y se están relajando.¿Que los clientes se quejan de que ha bajado la calidad del producto? Normal, los proveedores cada vez son más ratas. ¿Que los empleados no se implican con la empresa? Claro, porque sólo piensan en su bolsillo y cuando acaban se van y si te he visto ni me acuerdo.
Puede que sea la posición más cómoda, pero también es la que te da más problemas porque asumes un 0% de responsabilidad de lo que ocurre a tu alrededor. Pero, ¿realmente crees que no puedes interceder para mejorar todo eso? Y estos son solo algunos ejemplos, pero seguro que si te paras a pensar encuentras otros parecidos…
Una posición de poder
¿Que baja la facturación? Si depende de la gestión de los comerciales, tal vez, deberías reunirte con ellos y ver qué está pasando antes de prejuzgar su trabajo. El motivo por el que tenéis este problema puede tener varias causas, tales como que no usen técnicas de venta eficientes, que no se estén dirigiendo a las personas adecuadas, que no estén lo suficientemente motivados, que los medios con los que cuentan para realizar sus tareas no sean los adecuados… Y podría seguir, pero lo voy a dejar ahí. Cuando entiendas cuál es el problema, será mucho más fácil buscarle una solución. ¿Ves a lo que me refiero con la responsabilidad del empresario?
¿Que los clientes se quejan de que ha bajado la calidad del producto? Lo cierto es que muy probablemente hayas elegido tú mismo a los proveedores con los que trabajáis. O sea, que si no te convence el material con el que te sirven, siempre tienes la opción de buscar alternativas.
¿Que los empleados no se implican con la empresa? Al final, todos ellos están siguiendo a un líder. Si ese líder (tú) no te preocupas por ellos, es muy difícil que encuentres una actitud similar de vuelta. Ya sabes que el líder actual, el neolíder, tiene que ser el ejemplo que los demás sigan y no subirse al trono de hierro para mandar desde las alturas.
¿Te das cuenta de que en cada uno de los casos, cuando tomas responsabilidad sobre lo que ocurre a tu alrededor, también adoptas una posición de poder? Está en tu mano cambiar las cosas, simplemente tienes que decidir que quieres hacerlo y dejar de culpar a los demás.
Responsabilidad no es culpa
Cuando decides interceder implica que te haces responsable de la parte que te toca. Hasta dónde llegues, claro está. Lo que no es coherente pensar es que el ritmo de vacunación es lento porque algo no estás haciendo bien. Seamos coherentes, por favor. Desde luego, hay muchas cosas sobre las que no podemos influir, pero las que sí que están a nuestro alcance son las que tenemos que controlar y asegurarnos de que son como queremos que sean. Sobre todo en el mundo de la empresa.
Responsabilidad quiere decir que entiendes que puedes cambiar las cosas y que realizas acciones para hacerlo, si no te gustan. Culpa es que entiendes que las cosas no se han hecho bien pero no aprendes de ello. Como ves, no es lo mismo, porque desde el primer momento te he dicho que cada error tiene que ser una oportunidad para aprender y procurar que no se repita. Así que nada de flagelarse por el peso de la culpa porque nadie es perfecto, pero sí que como líderes debemos mantener esa actitud de crecimiento constante. Hacerte responsable te otorga poder porque sabes que aquello que no te guste, puedes llegar a cambiarlo.
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