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La sugestología y cómo ya la estás aplicando en tu empresa

La sugestología y cómo ya la estás aplicando en tu empresa

La sugestología está íntimamente ligada a la imagen de marca. Pero ¿alguna vez te has parado a pensar en cómo se genera? No me digas que eres de los que piensa que de eso se encarga el diseñador gráfico…

Sí que es cierto que cuando quieres crear la imagen de marca lo primero que piensas es en ir a hablar con un diseñador gráfico o tú mismo empiezas a hacer bocetos de lo que quieres en tu logo: la tipografía, el eslogan, los colores, las formas, etc. Tal vez crees membretes para incluirlos en tus sobres y cartas corporativas, sellos o lo que se te pueda ocurrir. Eso está muy bien, pero quiero que tengas presente que la imagen de marca no se queda ahí.

Hay un millón de cosas que no están al alcance del diseñador gráfico y que también influyen en cómo se percibe la imagen de marca. Y me refiero a detalles como, por ejemplo, el tono que usas en tus publicaciones, el tipo de palabras que decides utilizar en los correos electrónicos, la firma, el tipo de atención telefónica, el tono con el que hablas habitualmente, cómo vistes (tanto tú como las personas que representan tu empresa), los tiempos de espera… detalles…

Bien, pues todos estos “detalles”, por llamarles de alguna manera, forman parte de la sugestología de tu empresa. Esta palabra hace referencia a las conexiones neuronales que se llevan a cabo cada vez que recibimos un estímulo y éstos determinan cuál va a ser el posicionamiento de tu marca.

El posicionamiento, por si no lo sabes, es el lugar que ocupa una marca en el ranking mental de cada uno de nosotros. Para que te hagas una idea, un niño de 8 años promedio no tiene el mismo posicionamiento de McDonald’s que una persona adulta que se preocupa por su alimentación o un vegano o una persona que se pirra por la comida rápida, ¿verdad? Sin embargo, esta empresa lleva a cabo las mismas acciones de marketing y el mensaje que transmite es el mismo para todos. 

Bien, pues si volvemos al mundo que tenemos a nuestro alrededor (teniendo en cuenta que no eres el propietario de McDonald’s), vemos que empresas de tu entorno no tienen el mismo posicionamiento entre las personas que conoces. No importa a qué se dediquen, ni tampoco las acciones que lleven a cabo. Todas, de un modo u otro, posicionan de forma positiva o negativa en nuestro ranking mental. Pero ya no es por el dinero que se gastan en marketing, en community management, en diseño gráfico, etc. Sino en todos esos “detalles” que, en definitiva, determinan cómo es la empresa. He aquí los resultados de la sugestología que están utilizando ahora mismo.

Todo: la disposición de las cosas que tienes en tu oficina, el uniforme que utilizan las personas que trabajan contigo, si recibes al cliente con una sonrisa aunque no te esté viendo (pero que igualmente se nota), si callas o tienes una respuesta a su pregunta, la manera en que tratas con las personas (tanto las de dentro como las de fuera del núcleo corporativo), si eres puntual, si cumples con los plazos, si eres más de poner excusas o de enfrentar de cara las cosas que no han salido bien,…

Repito: todo, absolutamente todo, forma parte de tu imagen de marca y por ello deberás prestar atención a todos esos detalles para enfocarlos a lo que realmente quieres transmitir. Así que mi consejo es que no ignores los comentarios que puedas oír y que te puedan ayudar a mejorarlos. Porque tu punto de vista está muy bien, pero el que es realmente importante es el de la personas que están posicionando tu empresa, así como  el impacto que éste provoca en ellas.

De eso se trata la sugestología.

Ambiente tóxico 3: ¿y si el tóxico eres tú?

Ambiente tóxico 3: ¿y si el tóxico eres tú?

¿Percibes cierto ambiente tóxico en tu empresa? ¿Estás preocupado porque notas que las cosas no van bien? ¿Crees que hay alguien en la empresa que se dedica a ponerte palos en las ruedas y que absolutamente todas las cosas sean tremendamente difíciles de conseguir? ¿Tienes la sensación de que las personas que trabajan contigo conspiran en secreto contra ti?

¡Menudo marrón! Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas, quédate hoy conmigo porque vamos a abordar un tema un poco peliagudo. Hoy vamos a volver a tocar el tema del ambiente tóxico. Ya lo habíamos abordado antes, pero en vistas de algunas dudas que me habéis hecho llegar, creo que ha llegado el momento de hablar en plata. Te aviso que lo de hoy va a ser duro, pero si estás aquí, supongo que ya estás acostumbrado.

Un kamikaze, al menos aquí en España, es una persona que conduce en contra dirección y expone su vida y la del resto de personas que estén transitando la vía en ese momento. Algunos de ellos lo hacen de manera consciente. Otros por accidente, porque simplemente se han equivocado. Pero también existen aquellos que no se han dado cuenta del error y creen que el resto del mundo está intentando boicotearles.

Ya ves que es cuestión de perspectiva y esto se podría aplicar a cualquier ámbito.

Cómo saber si el kamikaze eres tú

En el caso de la carretera parece más evidente, porque si todo el mundo va “en contra dirección” menos tú, tendría que darte pie a pensar que tal vez seas tú el que no lo está haciendo bien. 

En las relaciones con personas, la cosa se complica. Pero, oye, tampoco tanto. Piensa en las relaciones de pareja, por ejemplo: si has pasado por varias y ves que todas te dejan, que no eres tú quién decide acabar con la relación, tal vez sea lícito empezar a pensar que algo no está bien contigo, que algo falla cuando quieres entablar una relación seria. Podría darse el caso, claro, pero dudo mucho que tantas personas maravillosas, aquellas que tú mismo elegiste en su día, hayan decidido dejarte porque no estaban a la altura.

En la empresa podríamos usar el mismo símil. Si contratas a personas con mucho potencial, pero antes o después acaban yéndose, deberías hacer la reflexión de si el motivo de su marcha eres tú.

Lo sé, no es fácil hacer una autocrítica así, pero es necesario que te lo plantees como una posibilidad porque si lo haces, serás capaz de tomar acción para evitar que siga sucediendo.

“Vale, soy el kamikaze. ¿Y ahora qué?”

Como se suele decir, el primer paso es admitirlo. Y te aseguro que es el más importante. ¿El siguiente? Tomar acción para erradicar ese ambiente tóxico.

Lo cierto es que no es necesario que desaparezcas del panorama corporativo para procurar que las cosas se suavicen. De hecho, no creo ni que sea una buena solución en absoluto. Lo primero que debes hacer es analizar cuáles son tus prioridades. Cuáles son los valores de la empresa. Cuál es la misión y la visión, el motivo y el objetivo por el que creaste este proyecto. Aunque lo tengas claro, escribe todo esto en un papel. Recuérdate a ti mismo por qué estás ahí cada día, qué es lo que te mueve. Ponte ese documento en un lugar que puedas verlo. 

Ese orden de prioridades es tuyo y no pienso juzgarlo, pero tienes que tener en cuenta que si las personas que están a tu lado no lo comparten; si no defienden los mismos valores que tú, si no entienden cuál es la misión y visión de la empresa, muy probablemente no te vean como un buen líder, no comprendan su papel en todo el entramado y acaben por irse. De hecho, te aconsejo que cuando vayas a hacer una nueva contratación tengas en cuenta las claves que te facilito en este artículo, porque te van a ahorrar muchos disgustos en este sentido.

En el momento en que te rodees de las personas que entiendan todo eso, que le vean un sentido a las cosas que haces y en cómo lo haces, en el por qué de lo que sucede dentro de la empresa; empezarás a ver cómo esa sensación amarga del ambiente tóxico se disipa. 

¿Magia? ¡En absoluto! Ya te he dicho que no voy a entrar a juzgar tu orden de prioridades porque en realidad no importa. Sea cual sea, siempre encontrarás gente que las comparta parcial o completamente y éstas son las personas que deberás tener a tu lado para tirar adelante con el proyecto. 

El kamikaze del ambiente tóxico

Es complicado admitir que el problema que tantos dolores de cabeza te ha dado lo estás provocando tú mismo. Es un golpe bajo, lo sé. Pero, de verdad, párate a pensar si eres un kamikaze inconsciente o no. Si es así, toma conciencia y redirige tu rumbo. No puede ser normal que tanta gente esté equivocada, ¿no crees? Al fin y al cabo, nadie nace enseñado y tenemos que ser lo suficientemente humildes como para aceptar que podemos errar y que, de hecho, lo hacemos constantemente. 

Venga, va, ya no te aprieto más las tuercas y, por hoy, lo vamos a dejar aquí. Pero quiero que sepas que eres un valiente y que me siento profundamente orgullosa de ti, porque dice mucho del tipo de persona que eres el hecho de haber llegado hasta el final.

Piensa en GRANDE; Think BIG

Piensa en GRANDE; Think BIG

De verdad: Piensa en grande. No importa que seas el líder de una empresa que no tenga más de 20 trabajadores. Pero que seas una PYME no debería ser sinónimo de pensar en pequeño. De hecho, es importante pensar en grande para poder crecer. Por ello, es fundamental que tengas referentes de gran calibre como Google, Facebook, Amazon o cualquier otra gran empresa de tu sector. Porque si lo que hacen les funciona, ¿por qué no hacerlo tú?

Pero antes de empezar a pensar en grande (como debe ser), me gustaría hacerte un planteamiento. Piensa en cuál es la gran empresa que tienes como referente. Ahora piensa en tu empresa tal y cómo es hoy. ¿Se parecen en algo? No te preocupes. Es normal que en estos momentos haya una diferencia tremenda. Pero qué te parece si echamos la vista atrás y te pregunto: ¿crees que en el último año tu empresa ha cambiado en algo para parecerse a ese referente? ¿Y si miras tres años atrás? ¿Y cinco? 

No conozco tu caso en concreto, pero muy probablemente la cosa no haya cambiado mucho, y estoy segura de cuáles serán las excusas que te puedan venir a la cabeza: “no tengo tiempo de fijarme en esas cosas”, “tengo cosas más importantes que hacer”, “no tengo recursos para hacer lo que hace mi referente”, bla bla bla… Toda esa palabrería no son más que excusas y hoy quiero darte las herramientas básicas que necesitas para pasar de pensar en grande a empezar a tomar la acción necesaria para serlo.

Cuando pensamos en las grandes corporaciones como referentes nos pueden parecer hitos inalcanzables porque facturan millones, tienen sucursales por todo el mundo, son grandes franquicias o lo que se te pase por la cabeza. Pero hay algo que todas ellas tienen en común y que además comparten contigo: antes de ser lo que son, fueron una idea en la cabeza de alguien.

No olvides que todos los caminos se empiezan con el primer paso y por mucho que ahora veas un gran gigante, en su momento también fue un bebé. Elige la compañía que quieras. Del sector que más te interese. No importa. Todas empezaron de cero y fueron probando cosas, equivocándose, aprendiendo de sus errores y evolucionando.

El emprendedor

¿Sabes quién era Steve Jobs? Exacto, fue el fundador de Apple. Jobs revolucionó el mundo con su iPod, pero hasta llegar ahí pasaron muchas cosas. ¿Sabías que cuando empezó lo hizo en un garaje junto a un amigo y con un presupuesto ridículo? ¿Sabías que ni siquiera terminó sus estudios? Piénsalo bien: un joven que no tiene estudios ni dinero y que se mete en una inversión que no sabe dónde le va a llevar. Ahora lo vemos muy fácil porque sabemos el resultado, pero si tu hijo, tu primo o un amigo cercano te dijera que va a hacer esto, en algún punto de tu cabeza pensarías “está loco”.

Alguien me dijo una vez que los emprendedores tenemos que tener un punto de locura para atrevernos a hacer cosas que los demás no osan. Y no podría estar más de acuerdo, la verdad. Tenemos que arriesgar un poco porque si esperamos a que llegue el momento perfecto, nos pasaremos la vida esperando. ¿O es que no sabes que la perfección no existe? Pues, de igual modo, ese momento tampoco llegará. Siempre habrá algo que lo enturbie, que nos permita pensar en una opción para seguir esperando y así hasta que ya sea demasiado tarde. Entonces, nos arrepentiremos de no haber dado el paso. Pero las lamentaciones no nos ayudarán a avanzar.

Por ejemplo, ¿sabías que la idea de red social que más tarde se transformó en Facebook no salió de la cabeza de Mark Zuckerberg? Pues no, la idea no fue suya, pero a diferencia de la persona que la tuvo, él decidió arriesgar, tomar acción y le salió bien. Ahora es uno de los hombres más ricos del planeta y es mundialmente conocido por Facebook porque aunque no fue su idea sí fue su obra.

Cuando pases del plano mental al plano físico habrás dado el paso más importante: el primero.

El empresario

Cuando emprendes, como bien sabes, existen mil y una cosas para las que nadie te prepara: impuestos, facturación, venta, marketing, gestión de redes, contratación, colaboraciones, negociaciones, agenda, planificación, objetivos y mucho más. Esto de trabajar para ti es mucho más que saber un oficio y empezar a ejercerlo libremente. Lo cierto es que detrás de esa fachada que todos podemos ver hay un montón de cosas más que nos atan al trabajo a un nivel que, tal vez, no hayamos llegado a entender antes de empezar a andar por este camino.

No te asustes. Si eres autónomo eres tu propio jefe y deberías tener potestad para decidir hasta dónde quieres llegar. El problema es que muchos se convierten en esclavos de sí mismos y crean empresas que no funcionan si ellos no están ahí. Mantén el foco. Recuerda que ya no eres un trabajador raso, eres el que toma las decisiones en tu empresa. Y tendrías que destinar tu energía a gestionar esa máquina corporativa que has creado y, sobre todo, a hacerla evolucionar y crecer.

“Si no atiendo a mis clientes, ¿cómo quieres que facture?”

Está claro que sin ventas no vas a recibir el dinero que necesitas para mantener a flote tu empresa. Pero si te centras exclusivamente en hacer la parte ejecutora, entrarás en un bucle del que te costará mucho salir. Tu vida se reducirá a tu trabajo y el resto de los factores pasará a un segundo e incluso tercer plano. Así que la solución está en delegar.

Delegar

Todas aquellas tareas que pueda hacer otra persona por ti, ves delegándolas. De hecho, si realmente piensas en grande, deberías considerar delegarlas todas y disfrutar más de tu tiempo. Eso sería la leche, ¿no crees?

No, en serio. Retoma el tema de tu referente corporativo. ¿Cómo te imaginas que vive su director general o su fundador? Ahora piensa en cómo vives tú – siempre en relación a la empresa, eh. – Pues si ese es tu referente y tu situación actual no se le parece, deberías pensar en qué debes hacer para empezar a cambiarla. Porque, en definitiva, lo que tú quieres es encontrarte en una situación como la de esa persona, ¿no? Pues algo falla.

No quieras hacerlo todo hoy. No quieras empezar mañana con un plan de rutinas totalmente nuevo. Eso sería un error. Ves implementando pequeños cambios y comprobando que realmente son adecuados para el punto en el que te encuentras. De esta manera, poco a poco, harás cambios que irán transformando tu empresa en esa que quieres que sea en el futuro.

Pero no todo son malas noticias. De hecho, estoy convencida de que hay tareas que ya has empezado a delegar. O bien porque no tienes tiempo para hacerlas, o bien porque directamente no sabes hacerlas. Podríamos referirnos al tema contable, al tema de administración web, diseño gráfico, gestión de redes sociales, imagen de marca… “Sí, pero eso son cosas puntuales, no del día a día”. Cierto, pero delegarlas te ha permitido despreocuparte y centrarte más en aquello que te interesaba, ¿o no? Pues, volviendo al tema de mantener a flote la empresa, tal vez deberías pensar en qué puedes ir delegando y probar a ver qué pasa. Y recuerda: si esperas al momento perfecto, te pasarás la vida esperando.

Pensar a largo plazo

Si todavía estás en una etapa ejecutora, en la que tú lo haces prácticamente todo, te habrás dado cuenta de que las 24 horas del día no son suficientes. Y es que la dirección de una empresa puede llegar a ser algo muy complejo. Cuando tienes trabajo y no tienes a nadie que te ayude a hacerlo, es muy fácil pensar a corto plazo. ¿Qué digo a corto plazo? A plazo inmediato. De ahora para ya. Te pasas el día apagando fuegos, salvando vidas. Y al día siguiente más de lo mismo. ¿Te suena?

Esta es la consecuencia más habitual de los empresarios que no tienen en cuenta una planificación a medio o largo plazo. ¿Quieres tener una empresa tan rentable como la de Jeff Bezos? Pues deja de hacer cosas que no te acercan a ese objetivo y centra tu energía en planificar cambios y acciones que te permitan avanzar. Aunque sea despacito, pero sin dejar de hacerlo.

Recuerda: piensa en grande. Si sabes dónde quieres llegar, es cuestión de que determines qué hitos debes alcanzar para llegar allí. Qué debes hacer. Cómo. Qué cambios deberías implementar. Y con toda esta lista de tareas, pasar a la acción. Es más, de manera periódica, deberías revisar que sigues avanzando. Que no estás estancado. Que no has vuelto a tu rutina anterior. Tener el foco puesto en un objetivo que no sea de ejecución inmediata, te ayudará a dejar de apagar fuegos que no te llevan a ninguna parte (aparte de lo que ya conoces) y que poco a poco te acercarán a la empresa que quieres y que todavía no tienes.

Piensa en grande y vive a cuerpo de rey

Piensa en grande te podrás permitir salir del bucle que te esclaviza. Te permitirá facturar más, tener más tiempo y, en definitiva, disfrutar más de aquello que tú prefieras. ¿Un sueño hecho realidad? Tal vez… Depende de lo que sueñes. Pero una cosa quiero decirte, y es que el hecho de que delegues (incluso aunque lo delegues todo), no implica que no hagas nada. Antes de llegar a ese punto, te va a tocar trabajar mucho, poner a funcionar esa materia gris que tienes en el coco, equivocarte muchas veces y sobreponerte a cada una de ellas para probar una cosa distinta. Pensar en grande es maravilloso. Puedes conseguir lo que te propongas. De verdad. Pero tienes que estar dispuesto a recorrer el camino. Así que dime: ¿lo estás?

El principio de reciprocidad

El principio de reciprocidad

Por si te esperabas que empezase con una definición de la RAE sobre la reciprocidad, ya te aviso que no voy de este palo. Lo cierto es que te invito a que cojas un diccionario y busques tú mismo el significado de esta palabra. Pero como las definiciones de esta entidad suelen ser más complicadas que la propia palabra, sólo te voy a decir que algo que es recíproco es algo que transmites y que tarde o temprano vuelve a ti. Es parecido a corresponder, aunque no es exactamente lo mismo.

De todos modos, esto no es una clase de lengua. Así que no vamos a ahondar más a nivel lingüístico, pero quédate con la idea del retorno, ¿vale?

https://youtu.be/3P8Ky8OUloM

Te habrás fijado que en los últimos años, sobre todo en internet, hay un montón de recursos útiles que además son gratuitos: pdf’s, audios, tablas, plantillas, listas, etc. etc. etc. Y sí, lo has adivinado, todos estos artículos tienen un objetivo marketiniano. Porque para acceder a ellos debes dejar tus datos y a partir de ahí empiezas a recibir correos o notificaciones de la persona que te ha “regalado” ese recurso. Seguramente no te estoy descubriendo nada nuevo, pero ¿te has parado a pensar en por qué esta gente te permite acceder a todo ese contenido gratuito sólo para enviarte emails? Al fin y al cabo no les estás comprando nada y ellos te están dedicando su tiempo y sus recursos. Visto así, incluso parece que estas personas no tengan mucha idea de lo que es un negocio, ¿verdad?

Pues te equivocas. Estas personas saben lo que es el principio de reciprocidad. Tú te descargarás su contenido, disfrutarás de él, le sacarás el máximo partido, pero llegará un momento (tarde o temprano) en el que habrá algo que no sepas hacer o que necesites que alguien haga por ti. Dime, ¿quién crees que te vendrá a la cabeza cuando finalmente ese momento llegue? Pues es muy probable que sea esa persona que te ha estado “ayudando” durante este tiempo. Claro que también puedes ser de los que vayan a Google a ver qué encuentran por ahí. Pero te aseguro que un alto porcentaje se suele quedar con esa primera opción. ¿Y sabes por qué? Porque en realidad ya lo conoces. 

Vale, tienes razón. En realidad no lo conoces, pero has utilizado sus recursos, sabes cómo trabaja, te gusta cómo se expresa. ¿Por qué no podrías trabajar con esa persona aunque no la conozcas en persona?

Pues este principio de reciprocidad, como ves, es muy utilizado en marketing. Lo verás a diario varias veces: que si un webinar gratuito, que si una masterclass, que si un descargable, que si una sesión gratuita de no-sé-qué… Lo verás de mil formas. Pero en el fondo lo que buscan es que el día que necesites sus servicios te acuerdes de ellos y los consideres como tu prioridad. Hoy por ti, mañana por mí.

Y aunque te sorprenda, este mismo principio también se aplica a la comunicación interna. Porque cuando ayudas a alguien, esta persona se siente de alguna manera en deuda contigo. Aunque, sinceramente, cuando ayudes a una persona, te recomiendo que no esperes reciprocidad en todos los casos. Ya te digo que no es una norma que se aplique al 100% de la población, pero más del 90% se sienten regidos por este principio. 

¿Eres tú uno de ellos?

Beneficios económicos de una comunicación interna sana.

Beneficios económicos de una comunicación interna sana.

La comunicación interna es parte de la comunicación corporativa, es estratégica y se aplica con la intención de alcanzar unos objetivos pactados previamente. Igual que en el caso de una acción publicitaria, por ejemplo, debe seguir unas pautas concretas. Lo que mucha gente no se ha parado a pensar es en los beneficios económicos que puede reportar contar con una comunicación interna sana. Descúbrelos en el artículo de esta semana.

Comunicación corporativa

La comunicación corporativa es un campo ampliamente explotado por los empresarios que quieren hacer crecer su negocio. Sin embargo, parece ser que con el paso del tiempo la comunicación externa (marketing, atención al cliente, redes sociales, etc.) le ha ido comiendo terreno a la interna dejándola en un segundo plano que en algunas ocasiones ha acabado convirtiéndose en inexistente.

En cualquier caso, la comunicación corporativa se basa en un plan estratégico que persigue unos objetivos muy concretos y éstos dependerán de la cúpula directiva y de los intereses empresariales.

Comunicación estratégica

Es posible que si no estás relacionado con este mundillo se te escapen algunos conceptos, pero la comunicación estratégica no es más que eso: una manera de transmitir un mensaje a través de unas tácticas, dentro de un tiempo limitado y con el que se espera conseguir un resultado. La diferencia entre la interna y la externa es el público al que va dirigido dicho mensaje. Si nos dirigimos a personas que no forman parte del núcleo corporativo estaremos hablando de comunicación externa; si, por el contrario, nos dirigimos a quienes sí se encuentran dentro de la empresa, nos estaremos refiriendo a la comunicación interna. Ambos tipos conforman lo que se denomina comunicación corporativa y ambos son igual de relevantes para que la empresa funcione adecuadamente y a pleno rendimiento.

Beneficios económicos de la comunicación corporativa

¿Quién se atreve a negar que el marketing es una fuente de ingresos y que genera beneficios económicos a las empresas de hoy en día? Nadie, porque es así y porque si no lo fuera ninguna empresa invertiría en ello.

La comunicación externa ha permitido que las empresas evolucionen y crezcan, consiguiendo que se expandirse hacia fuera y poder llegar a más personas ajenas a la empresa con las que establecer una relación comercial.

Cada vez aparecen más vías por las que comunicarse con esta gente y se facilitan los procesos para agilizar el resto de actividades que se puedan producir entre estos públicos y la entidad corporativa. De hecho, las empresas que no se están adaptando a estos cambios se quedarán atrás viéndose obligadas a evolucionar o a morir. Y está demostrado por varios estudios que es así.

Sin embargo, con la comunicación externa se la que llega a los clientes y éstos son los realmente aportan beneficios económicos directos. Tal vez por eso éstas olvidan que también deben velar por una buena comunicación interna. Como ya hemos dicho, es la otra cara de la comunicación corporativa. Dicho de otro modo, la comunicación interna se ha convertido en un ámbito desconocido que, no obstante, también es una fuente de ingresos o, por lo menos, la manera de dejar de tener pérdidas.

Descubre la comunicación interna

Lo cierto es que el concepto no es nada complicado: la comunicación interna es la que se produce desde la empresa hacia la empresa. Incluso parece absurdo explicado así, pero lo cierto es que va mucho más allá. 

El concepto de familia ha ido evolucionando bastante rápido en las últimas décadas pasando de la familia nuclear (padre, madre e hijos) a los distintos tipos que podemos encontrar hoy: con progenitores del mismo sexo, con progenitores únicos, sin hijos, etc. En el caso del concepto de empresa ha pasado algo parecido.

Antes era típico encontrar un único jefe que controlaba todos los ámbitos de su corporación y a través del cual se filtraban todas las decisiones. No se solían delegar responsabilidades y las órdenes solían ser claras y sencillas. Por otro lado, también tenía esa faceta paternalista en la que esa misma persona conocía a todos sus empleados y “cuidaba” de ellos procurándoles un puesto de trabajo y un sueldo. Hoy en día, sin embargo, aunque siguen existiendo empresas de este estilo, cada vez es más difícil encontrar este patrón. Y cabe destacar que cada vez será más raro, ya que teniendo en cuenta la evolución social llegará el punto en que un esquema así sea insostenible y acabe por desaparecer.

En la actualidad, solemos contar con una cúpula directiva que consta de distintas personas, se suelen delegar responsabilidades y las decisiones finales no tienen por qué pasar por un mismo filtro. Por eso mismo, por esta evolución, es necesario que la comunicación interna funcione adecuadamente; para que las personas que forman parte de la empresa puedan funcionar y coordinarse a la perfección y puedan aunar esfuerzos para remar en la misma dirección.

Beneficios económicos de la comunicación interna

Llegados a este punto es interesante destacar que la comunicación interna no sólo permite generar más beneficios económicos, sino que además permite minimizar gastos. ¿Curioso verdad? Veamos un ejemplo para entenderlo mejor.

Imagina que tu empresa es una distribuidora de productos lácteos y tienes unos comerciales que venden mucho, pero que no se entienden con el personal de almacén. Eso implica que cada vez que hacen un pedido lo hacen a ciegas, sin saber si hay stock.

¿Crees que si cuando llegue el pedido y no haya ciertos productos (o no la cantidad requerida) tu empresa quedará mal con el cliente?

¿No te parece que perderás credibilidad o que incluso perderás su confianza?

Sí, aquí estás quedando mal ante alguien de la esfera externa, pero el fallo está en la NO comunicación interna.

Ahora imagina el mismo caso, pero en el que has intentado salvar las distancias utilizando la tecnología: con un programa que te permite tener bajo control todo el stock y con una tablet que tiene esa base de datos y que los comerciales llevan encima para poder hacer los pedidos con conocimiento de causa. Sin embargo, sigue surgiendo el mismo problema. Es decir, has hecho la inversión que considerabas necesaria para subsanar el problema pero no te ha servido de nada.

Tal vez siga fallando la comunicación interna…

¿Las personas que tienen que usar estas herramientas saben cómo usarlas? Si han recibido formación, ¿te has asegurado de que la hayan asimilado?

Con una buena comunicación interna no te garantizamos que te hubieras ahorrado la inversión en ese programa/aplicación informática porque seguramente era necesaria hacerla, pero sí el quedar mal con tus clientes. O dicho de otro modo, que la mala calidad de la comunicación interna afectara a la esfera externa.

En el segundo caso, habrías evitado que el problema creciera. ¿Es eso una ganancia? No, porque no te pagan más por hacer bien tu trabajo, ya que es lo que se espera de ti, pero sí te contactarán más veces si están contentos con tu producto/servicio. Es decir, dejas de crear situaciones en las que no ganas dinero dando pie a las que sí.

¿Te parece suficiente motivo para cuidar la comunicación interna de tu empresa?