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La felicidad en el trabajo y sus 5 grandes beneficios

La felicidad en el trabajo y sus 5 grandes beneficios

Todo el mundo sabe que un trabajador feliz es mucho más productivo, sin embargo, este concepto en sí mismo parece algo muy abstracto y hoy quiero ser más concreta. El hecho de trabajar en un entorno favorable tiene múltiples beneficios para el conjunto de la empresa. ¿Sabes cuáles son? Aquí y ahora te voy a desvelar los 5 beneficios más destacables de mantener la felicidad en el trabajo.

TOP5 en los beneficios de la felicidad en el trabajo

1. Optimismo

Cuando somos felices vemos las cosas de manera distinta, con una luz más amable y siempre con la perspectiva positiva de las cosas, es decir, con el vaso medio lleno. Una persona que es feliz en su entorno de trabajo será mucho más propensa a buscar soluciones ante las adversidades. No será de las que ve más problemas que soluciones, más sombras que luces. Si fuese así, además contagiaría su pesimismo al resto y lo suyo sería poner trabas a posibles propuestas para salir del bache, por pequeño que sea. Por suerte o por desgracia, tanto el pesimismo como el positivismo se contagian fácilmente, por lo que siempre será mejor si contamos con gente optimista porque, sin duda, serán personas dignas de escuchar.

2. Osadía

Esta palabra solemos entenderla por su vertiente más negativa, pero en el ámbito laboral debe ser entendida como el sentimiento de alguien por proponer actuaciones no convencionales. Cuando un trabajador es feliz normalmente se siente más seguro de sí mismo y, por lo tanto, tiene más predisposición a explotar su talento natural, a proponer actuaciones no convencionales que pueden transformarse en una nueva vía de trabajo si se tienen en consideración. Si el trabajador está cohibido o se siente inseguro, será mucho más difícil que llegue a este punto de madurez y, por lo tanto, que el empresario pueda explotar ese talento en bruto que cada uno posee.

3. Relaciones interpersonales

Una persona de buen humor, alegre y optimista, sin duda será alguien que no tendrá mayores dificultades cuando se trate de relacionarse con las personas que forman parte de su entorno. Tal vez no sea quien inicie las conversaciones, pero seguramente sí sea alguien agradable con quien conversar y, por supuesto, alguien con quien será más fácil formar un equipo de trabajo.

4. Terapia antiestrés

La motivación sube, el compromiso también, el compañerismo será mucho más palpable y el nivel de estrés en los momentos que haya picos de faena será mucho más llevadero. Si el ambiente es negativo el estrés se dispara y sin duda entorpecerá la fluidez de trabajo y de ideas que ayuden a solucionar las situaciones complicadas.

5. Flexibilidad

Cuando somos felices también nos resulta más fácil adaptarnos a los cambios, pero cuando no lo somos todo se tornan problemas y nos resistimos mucho más. Con una plantilla positiva es mucho más fácil hacer cambios en la empresa para poder avanzar y evolucionar. Y, amigo, no me negarás que estamos en época de cambios, ¿verdad? Por lo que esta característica será muy preciada en nuestro equipo.

¿Qué nos hace felices en el trabajo?

Lo cierto es que una plantilla contenta siempre generará una energía mucho más positiva que una que no lo esté. Subirá el grado de motivación e implicación, por lo que la productividad mejorará y puede que influya también en la imagen corporativa. Para conseguir la felicidad en el trabajo no existe una receta milagrosa, dado que la realidad de cada empresa puede variar en función de muchos factores que suelen ser variables, pero parece ser que existen unos puntos en común que todo buen empresario debería tener en cuenta, tales como el sueldo, la flexibilidad horaria, el ambiente de trabajo y la posibilidad de promoción dentro de la propia corporación.

¿Sabías que existen empresas que tienen un Departamento de Felicidad además del de Recursos Humanos?¿Alguna vez te habías planteado la felicidad como un factor tan determinante dentro del entorno laboral?¿Tenías constancia de los beneficios que te acabo de plantear?

Camina sólo e irás más rápido, camina acompañado y llegarás más lejos.

Proverbio chino

¡Hasta pronto!

La importancia de la identidad corporativa

La importancia de la identidad corporativa

Por qué deberías empezar a trabajártela YA.

Tal vez, al hablar de este concepto te venga a la cabeza algo parecido a lo que sería la imagen corporativa. Es decir, cómo te ven los demás o algo más relacionado con la reputación de la empresa. Sin embargo, la identidad corporativa va más allá.

Concretamente, se adentra en el campo de la identificación, en el sentimiento de pertenencia y también en algo mucho más amplio que atañe a la totalidad de la empresa. Aún así, es un concepto un poco abstracto que puede resultar complicado de entender. Por eso hoy quiero darte las claves para que descubras la importancia que la identidad corporativa puede llegar a tener en tu empresa.

Identidad individual y de grupo

Independientemente de si hablamos de una empresa o de una persona, nuestros rasgos identificativos son aquellos que nos definen y que nos diferencian del resto. No sólo a nivel físico, sino también a nivel intelectual, de valores, etc. Ese compendio de características es lo que nos hace únicos. A eso le llamamos identidad personal

Cuando nos referimos a un grupo de personas también podemos remitirnos a los rasgos que éstas comparten y que en conjunto las diferencia del resto. ¿Quién no recuerda pertenecer a un club deportivo, seguir a un grupo de música o hacer según qué actividad conjunta durante la adolescencia? Por cierto, ¿no te parece curioso que me remita precisamente a esa época? Pues es que justamente es en la pubertad cuando el ser humano busca su lugar en el mundo. Ello implica definir no sólo la identidad personal sino también ubicarse en función a lo que nos rodea. En otras palabras, identificar nuestra identidad de grupo.

Todos sabemos que el ser humano es un ser social por naturaleza y por eso busca de manera inconsciente formar parte de algo mayor. De ahí la existencia y el éxito de los clubs de fans, de seguidores de equipos de fútbol (u otros deportes), los clubs de excursionistas o corredores y un sinfín más de grupos destinados a jóvenes y a adultos. Las empresas, entendidas como entidades empleadoras, también pueden formar parte estos grupos.

Todo depende de cómo aborde el tema cada compañía. Porque, aunque te parezca una locura, la única diferencia a nivel social entre un club de seguidores del Real Madrid y los trabajadores de una empresa es la percepción que se tiene del grupo.

La identidad como rasgo diferencial

Imagina que te quieres apuntar al gimnasio. ¿Qué tienes en cuenta para decidirte por uno u otro? Es posible que al principio el precio y/o la ubicación sean los factores que más peso tengan. Pero a la larga (y sobre todo si estas dos variables no son determinantes) seguramente te quedarás con el que te sientas más a gusto. ¿Y qué quiere decir esto? Pues sencillamente que, de todas las opciones que tenías al principio, has elegido esa porque te identificabas más con lo que representa dicho gimnasio y eso provocaba que te sintieras más cómodo en ese lugar.

Dicho de otro modo, cuando tienes que pasar cierta cantidad de tiempo en un sitio determinado y con según qué perfil de gente siempre llega un momento en el que debes decidir entre pasar página o continuar. Porque en el fondo el tiempo es oro. Es un bien que todos tenemos por igual, pero que la forma en que lo empleamos define nuestra identidad. Por otro lado, cuando lo hemos gastado no lo podemos recuperar. Es por eso que deberemos decidir si queremos seguir invirtiéndolo en ese lugar y con esa gente.

Los valores

Pongamos otro ejemplo, pero un poco distinto. Imaginemos que te gusta la jardinería y te unes a un grupo de Facebook de jardinería urbana. Ya sabes, de estos que te dan soluciones para espacios pequeños como un balcón o la terraza de un piso. La gente con la que te relacionarás seguramente tendrá los mismos gustos que tú y te parecerá el lugar idóneo para plantear preguntas, responderlas, sugerir propuestas, colgar fotografías del huerto que te has montado en el balcón y presumir de tomateras, por ejemplo.

Ahora imagina que además eres una persona que siente un gran respeto por el medio ambiente y que estás totalmente en contra del uso de químicos. Sin embargo, al poco de estar allí te das cuenta de que en ese grupo en el que estabas tan a gusto al principio, aconsejan su uso e incluso los comercializan. No me negarás que es cuestión de tiempo que lo abandones. Sin duda, en este caso, el factor con el que no te identificabas eran los valores.

Por lo tanto, podríamos definir la identidad como ese conjunto de peculiaridades que nos hace distintos del resto. Sin embargo, y también al mismo tiempo, la identidad de grupo es aquella que denota que compartimos algunos de estos rasgos con otras personas.

Siguiendo esta línea, podemos afirmar que una misma persona se puede identificar con varios grupos a la vez. La condición es que se respeten sus propias características identificativas y sus valores. Es decir, una misma persona puede ser fan de un grupo de música concreto, formar parte del equipo de ajedrez de su localidad y estar en la asociación local de excursionistas sin entrar en un conflicto de identidad, ¿verdad?

La identidad corporativa

Llegados a este punto me gustaría citar a Benito Castro para poder definir la comunicación corporativa y dice así:

“La identidad corporativa, vista desde la perspectiva de la Comunicación, es el conjunto de valores y signos que definen y concretan la cultura de una empresa. Los valores, por así decirlo, serían como el alma de la organización, fraguada con el paso del tiempo. La identidad corporativa tiene como función, además, conectar esas ideas principales con una serie de signos identificativos que representen nuestra forma de ser y nuestras aportaciones.”

Benito Castro. Experto en comunicación corporativa

Si entendemos que una empresa es un grupo de personas que deberían tener y compartir ciertas características ¿no crees que la identidad corporativa es esencial para un buen ambiente de trabajo y para el buen funcionamiento de la empresa? Exacto; es totalmente fundamental.

La identidad corporativa y la comunicación interna

Seguro que en la esfera externa, por poco tiempo que lleves en el mundo empresarial, ya te habrás puesto manos a la obra. Por poco que tengas, seguro que habrás creado un logotipo, posiblemente tengas los colores corporativos definidos o habrás elegido la o las tipografías que vas a usar. Porque sabes qué quieres proyectar, qué quieres que la gente ajena a tu proyecto perciba.

Y es estupendo que trabajes la imagen corporativa a este nivel. Pero no debes olvidar la comunicación interna. Recuerda que ésta te permitirá construir esa identidad corporativa que es tan fundamental para definir tu empresa. Gracias a ella te podrás diferenciar aún más de tu competencia y además funcionará de pegamento para unir personas y crear equipos de alto rendimiento.

Dicho de otro modo, si tenemos una empresa y queremos proyectar una identidad corporativa concreta, más nos valdrá poner el foco en la comunicación interna. ¿Por qué? Pues, para evitar mensajes erróneos, malentendidos, mal ambiente, etc. Esta serie de contratiempos simplemente proyectarán aquello que no queremos. ¿Dejaremos al azar este punto tan clave para establecer qué queremos que sea nuestra empresa y cómo queremos que sea percibida? ¡Pues claro que no!

Ahora te toca a ti

Ahora ya sabes que la identidad corporativa va más allá de lo que refleja tu logotipo. También que deberías definir muy bien la imagen de marca que quieres que se perciba. O sea que no son temas triviales para nada. Por lo tanto, si no tienes bien definidos los valores que representan tu compañía y los que deberías compartir con los demás miembros de tu equipo, puedes entrar en una serie de contrariedades. ¿Mi consejo? Deberías dedicarle un tiempo a esto. Piensa que será una pequeña inversión de tu tiempo que provocará que las personas adecuadas quieran pasar más tiempo junto a ti y tu proyecto y que las que no vayan en línea con ellos abandonen el barco y no te hagan perder más el tiempo.

¿Ya sabías sobre la importancia de la identidad corporativa? ¿Tienes claro cuáles son esos valores que quieres defender a través de tu empresa?Después del contenido de hoy, ¿te has dado cuenta de que las personas que han acabado yéndose probablemente lo hayan hecho porque no se sentían identificadas con esos valores? Me encantará leerte en los comentarios y si tienes alguna pregunta será un placer darte respuestas.

“Camina sólo e irás más rápido, camina acompañado y llegarás más lejos.”

Proverbio chino

Podcast

Si eres de los que prefiere escuchar el contenido sin tener que estar pegado a una pantalla, puedes acceder a él pinchando aquí.

La crisis postvacacional y cómo evitarla como empresario

La crisis postvacacional y cómo evitarla como empresario

¿Cuántas veces hemos oído hablar de la crisis postvacacional? Cada verano vemos y oímos cómo expertos desgranan lo que es, cómo nos afecta, nos dan algunos trucos para superarla, etc. Pero cuando eres tú quién debe tirar del carro y debes dirigir una empresa llena de personas con estos síntomas, la cosa no es tan sencilla como la pintan. En este artículo vamos a solventar dudas y a dar algunas soluciones en las que, tal vez, no habías pensado.

Qué es la crisis postvacacional

No podemos continuar este artículo sin primero hacer una breve descripción de lo que es. Para ello, antes deberemos analizar un poquito la raíz del problema y así poderlo entender mejor.


¿Quién no está deseando que lleguen las vacaciones para “desconectar”? La mayoría de personas no solo esperan las vacaciones, sino también los festivos, los puentes e incluso los fines de semana. Y es que en este país trabajamos muchas horas, por lo que el descanso también es necesario.

Pero en verano este concepto se desvirtúa un poquito. Porque no solo contamos con un espacio de tiempo que nos permite hacer las cosas a otro ritmo e incluso hacer cosas que no hacemos el resto del año, sino que también permite que “desconectemos” del trabajo. Y eso implica que en algún momento tocará volver a “conectar”. Justamente en este punto es cuando se produce la crisis postvacacional; cuando te ves obligado a dejar de hacer todo lo que querías cuando querías. Se trata de volver a la rutina y de seguir las directrices de otros (órdenes, objetivos, tareas, etc.). Justamente esta acción de “reconectarse” al trabajo es lo que produce esta depresión laboral.

La crisis postvacacional para los empleados

En este punto no nos vamos a extender mucho porque la mayoría de medios se centran en este aspecto (básicamente, porque la mayoría de trabajadores son asalariados). Simplemente diremos que es un problema que se debe tratar con una buena comunicación interna. De esta manera conseguiremos que esa crisis postvacacional no sea tan dura ni para ellos, ni para el empresario. Es decir, lograremos que no afecte al buen funcionamiento de la máquina corporativa.

La crisis postvacacional para los empresarios

Pero tú eres el líder. Eres quien mueve los hilos de tu empresa, el máximo responsable de que ésta siga adelante y también el que se lleva las mayores satisfacciones cuando todo funciona adecuadamente. Pero todo ello también implica una gran carga que la mayoría de las veces no está realmente valorada por los trabajadores. Al fin y al cabo, tu empresa está dando de comer a tu familia y a otras tantas. Es, por tanto, una responsabilidad enorme que no todo el mundo alcanza a entender. Pero por esa regla de tres, tú también tienes derecho a unas vacaciones que te permitan “desconectar” y descansar un poco, ¿no crees?

Visto así parece fácil, pero la realidad es que muy pocos empresarios lo consiguen. La mayoría se pasa las “vacaciones” trabajando, aunque sea bajando el rendimiento o el número de horas al día. Sí, amigos, la realidad es así de cruda. Y lo peor de todo es esta dichosa crisis postvacacional, que afecta a la mayoría de los trabajadores y que hace aún más dura y complicada esa vuelta a la rutina.

Reiniciar la máquina

Pongámonos en situación, empresario: llevas un par de semanas intentando desconectar de tu empresa sin éxito. Ahora que vuelves a la rutina y que por fin dejas atrás esa especie de sentimiento de responsabilidad/culpa que no te ha permitido disfrutar de tus vacaciones como realmente te hubiera gustado, te encuentras con una plantilla bajo mínimos. Dijéramos que impera ese sentimiento de… llamémosle tristeza o nostalgia por haber tenido que dejar de disfrutar de su tiempo libre al 100%. Sí, amigo, esto es la crisis postvacacional y el verdadero problema no es padecerla sino lidiar con ella.

Es curioso, ¿verdad? Porque, si generalizamos el empresario no sólo no acaba de “desconectar” del todo durante sus vacaciones sino que además se siente en paz y con energías renovadas cuando consigue volver a su rutina. Es como si la empresa le insuflase vida. Sin embargo, en el caso de los trabajadores la situación les vuelve apáticos y parece que tengan la piel más fina cuando llega la reincorporación. En definitiva, estamos hablando de estados emocionales. Por lo tanto, para lidiar correctamente con ellos deberás hacerlo desde el mismo prisma y entender que empleador y empleado se encuentran en diferentes etapas del mismo proceso.

La comunicación interna como solución

No sé si te habrás dado cuenta, pero este país se paraliza con la llegada del mes de agosto. Eso implica que la mayoría de empresas deben cerrar o bajar el ritmo durante, por lo menos, dos semanas (a no ser que te dediques a la hostelería, la restauración o el turismo, entonces la cosa cambia, claro). Dicho de otro modo, crisis postvacacional es en muchos casos inevitable así que no nos queda otra más que intentar paliar sus efectos negativos.

La verdad es que el trabajo en comunicación interna para evitar este problema se tiene que hacer antes de llegar a este punto. No olvidemos que se trata de un método proactivo que nos permite evitar situaciones venideras, las que aún están por llegar. Si contamos con una buena comunicación interna, si ésta es sana dentro de la empresa, lidiar con éste y otros problemas será siempre mucho más fácil. ¿Desaparecen? Probablemente no al 100%, pero sí serán mucho más pequeños y sin duda infinitamente más fáciles de solucionar.

La analogía del árbol

Imagina que tienes un árbol plantado delante de una ventana. Lo riegas y le das los cuidados mínimos para que vaya creciendo y éste crece. Pero pasado un tiempo te das cuenta de que hay una rama incipiente hacia tu ventana y que si no le pones solución acabará por entrar en tu casa y darte problemas. ¿Qué hacer? Pues si te das cuenta pronto, tal vez la rama sea lo suficientemente tierna como para redireccionarla, aunque posiblemente no tengas los conocimientos necesarios para hacerlo bien y ésta acabe por secarse. Lo que está claro es que si dejas pasar los días y no haces nada esa rama tomará fuerza y el día que realmente no te permita cerrar la ventana no te quedará más remedio que cortarla. Ahora pasemos este supuesto a la comunicación interna de tu compañía. 

Tu empresa ya está crecida, ya te da cobijo y aproximadamente después de Semana Santa te des cuenta de que esa rama tan molesta no está ahí aún pero que en unos meses muy probablemente aparecerá y que poco después ya no te dejará cerrar la ventana. Esa rama sería la crisis postvacacional. La comunicación interna te permitirá ver ese brote cuando aún se puede extirpar sin dejar cicatriz en el tronco y llevar a cabo las acciones necesarias para que así sea.

Como hemos explicado antes, si no le prestas atención, si dejas que pasen los meses sin tomar ningún tipo de medida, cuando llegue el mes de agosto te encontrarás con lo mismo que el año pasado. Si no haces cosas distintas no esperes resultados diferentes.

Qué hacer si ya estamos en modo crisis postvacacional

Aunque, como hemos apuntado anteriormente, lo ideal es actuar antes de que se produzca el problema, lo cierto es que desde la comunicación interna se pueden llevar a cabo varias acciones para que este periodo sea más llevadero para todos, a pesar de que ya tengamos aquí la crisis postvacacional. Veamos algunos:

Permíteles “perder” el tiempo, pero con mesura

Es un poco como la vuelta al cole, ¿verdad? Te reencuentras con compañeros que hace días que no ves, te cuentas las batallitas de lo que estuviste haciendo, etc. No seas estricto, sobre todo los primeros días. Piensa que se tienen que poner al día en estas cosas pero también en las tareas que les unen. Este momento socializador te permitirá mantener un equipo cohesionado que rendirá mucho más que uno que no lo está. Tómatelo como una inversión en la que al principio parece que no produce pero que no tardará en darte fruto.

Dosifica la información

Por muchas ganas que tengas de ponerte manos a la obra y de volver a trabajar al mismo ritmo que el que llevabais antes del parón estival, es un error empezar a tope. Ten en cuenta que tú no has podido “desconectar” al mismo nivel que tus empleados y, por lo tanto, no se encuentran en el mismo punto de reincorporación que tú. Evidentemente que estamos hablando del funcionamiento de una empresa, no del patio del colegio, y que hay que ponerse a trabajar cuanto antes, pero no puedes exigir que estén al 100% desde el minuto 1. O sea que lo suyo sería convocar reuniones para coordinar personal y tareas desde el primer día, pero sin que éstas sean largas y/o duras y progresivamente incrementar el nivel de exigencia.

Pon el foco en la motivación

Teniendo en cuenta que la crisis postvacacional es básicamente un estado de ánimo, la mejor manera de combatirla es a través de las emociones. ¿Por qué tus trabajadores están en tu empresa? ¿Por qué estas personas y no otras? Como buen líder que eres, tienes que transmitirles/recordarles las respuestas a esas preguntas y reforzar ese lazo que os une; tienes que darles motivos no sólo para que vengan a trabajar, sino para que lo hagan contentos, con ganas. Durante las vacaciones probablemente hayan “olvidado” esas cosas, pero si se las recuerdas seguro que cambian su actitud en mayor o en menor grado. Lo que sí que está claro es que sin duda habrá un impacto positivo.

Tengo una buena y una mala noticia

La buena es que la crisis postvacacional no es un estado psicológico sino emocional, como ya hemos visto. Eso quiere decir, que si se trata adecuadamente en un par de días estará más o menos superada y los trabajadores volverán a sus niveles de rendimiento habituales.

La mala es que si te das cuenta de que alguno de tus empleados no acaba de superar el bache, tal vez sea un indicador de que no se trata de la célebre crisis postvacacional sino de algo mucho más grave y profundo. Si te trabajas la comunicación interna de tu empresa, lo verás antes de que empeore. En el caso de que valores a tu trabajador, intercederás para ayudarle. Pero si éste no es tu caso, no podrás controlar cuáles serán las consecuencias. ¿Vas a dejarlo al azar? Sabes que no sería la mejor opción.